Por: Ricardo Cerén Hernández
Ratzinger Joseph, Fe
y ciencia. Un diálogo necesario, Sal Terrae, Santander 2011.
Colección: Presencia Teológica, 183.
ISBN: 978-84-293-1959-0.
222 paginas.
Benedicto XVI, de nombre
secular Joseph Aloisius Ratzinger, resultó elegido Papa el 19 de abril de 2005
tras el fallecimiento de Juan Pablo II.
Fue catedrático de teología en distintas universidades
alemanas, como Bonn, Münster, Tubinga y Ratisbona, desempeñó también un
importante papel como perito del Concilio Vaticano II. Ha mantenido diálogo y
debates teológicos con pensadores de renombre, como Henri de Lubac, Karl
Rahner, Hans Urs Von Balthasar, Hans Küng, entre otros. Nombrado Arzobispo y
creado cardenal en 1977. Designado en 1981 prefecto para la Congregación para
la Doctrina de la Fe.
Tesis del libro
Según el autor, no existe otra
alternativa, es decir, la razón y la fe, la ciencia y la teología tienen que
volver a encontrase, en su autonomía, su distinción y su complementariedad, sin
disolverse la una en la otra. Según él que está en juego es el hombre mismo y
el mundo.
Articulación del libro
La obra Fe y Ciencia cuenta con una introducción de Umberto Casale y dos
partes. En la primera parte, titulada Fe,
Razón y Ciencia, desarrolla cinco discursos. En el primer discurso, la fe en el mundo de hoy, el autor es
consciente de los desafíos que existen al hablar de la fe en el mundo de hoy
ante personas que ni por profesión ni por vocación conocen desde dentro el
discurso y el pensamiento eclesial. Por lo que se refiere al papel del teólogo
en la actualidad, para lograr que su mensaje sea escuchado de verdad, es necesario
un aggiornamento. Según el autor, “la
fe cristiana es el encuentro con el hombre Jesús y, en tal encuentro,
experimenta el sentido del mundo como persona” (pág. 100).
En el segundo discurso, creer y saber, el autor expresa que se
llega a un malestar propiamente dicho, con la expresión creer y saber, lo que molesta en la fe cristiana es sobre todo la
carga de excesivos enunciados, que se han amontonado a lo largo de la historia
y luego se presenta y exige la fe. Por parte de la ciencia, molesta la
insuficiencia que lleva a relativizar. Y con respecto a la filosofía como
ciencia natural, ya no se pregunta sobre la verdad, sino por los métodos
empleados y el pensamiento lógico. Pero para la fe, en su núcleo, no es solo un
sistema de conocimientos, sino de confianza. De encuentro con un tú que
sostiene y da sentido. Por tanto, se pasa según el autor del “creo en algo a
creo en ti”. (pág. 107).
En el tercer discurso,
titulado la verdad del cristianismo, y
como subtítulo el cristianismo como
síntesis de la fe y la razón, según
el autor, “la más bella y elocuente expresión de esta nueva síntesis cristiana
se encuentra en una confesión de fe que se puede leer en 1 Juan: “Nosotros hemos creído en el amor”; expresa el autor que “Cristo
supuso el descubrimiento del amor creador; la razón del universo se había
revelado como amor” (pág. 113).
En el cuarto discurso,
titulado Creación- Gracia- Mundo, y
como subtítulo la fe en la creación y la
teoría de la evolución, el autor nos sitúa a mediados del siglo XIX, cuando
se desarrolló la idea de la evolución de los seres vivos, cuestionando así de
raíz la noción tradicional de que Dios es el creador de todas las especies.
Para el autor, la teoría de la evolución no suprime la fe, tampoco la confirma,
“pero la exige comprenderse a sí misma con mayor profundad, ayudando así al ser
humano a comprenderse a sí mismo y a devenir cada vez más lo que ya es: el ser
llamado a decir eternamente tú a Dios” (pág. 130).
En el quinto discurso
titulado, la Fe, entre la Razón y el
Sentimiento, el autor expresa que lo que está de fondo es la idea de que la
ciencia y la religión son dos esferas completamente diferentes, sin
interferencias recíprocas: la ciencia trata sobre la verdad o la falsedad y la
fe religiosa sobre lo bueno y lo malo, la ciencia es el modo de abordar la
realidad de manera objetiva y la fe lo subjetivo. El autor dice: “que no existe otra
alternativa: que la razón y la religión tienen que volver a encontrarse, sin
disolverse la una de la otra. Ya que lo que está en juego no son los intereses
de cada una sino el mismo hombre” (pág. 135).
La segunda parte, titulada Fe y Ciencia al servicio de la verdad,
recoge ocho discursos pronunciados por Benedicto XVI ante diversas
instituciones eclesiales, en particular la Pontificia Academia de las Ciencias
y el Pontificio Consejo de la Cultura. En
esta segunda parte enfatiza el doble principio de autonomía y distinción, para
una complementariedad, para un verdadero progreso individual y comunitario; no
contraponer los saberes ni absolutizar el saber científico, sino la búsqueda
del diálogo interdisciplinario y la integración de los saberes.
En el primer discurso, a los participantes en la XX Conferencia
Internacional promovida por el Consejo Pontificio para la Pastoral de la salud,
sobre el tema: el genoma humano, el autor expresa que en las nuevas
aportaciones de la ciencia médica, la Iglesia debe realizar una valiosa obra de
iluminación de las conciencias, para que todo descubrimiento científico
contribuya al bien integral de la persona, en el respeto constante de su
dignidad. Por consiguiente, es necesario dar nuevos impulsos a la pastoral de
la salud, esto implica una renovación y profundización de dicha pastoral.
En el segundo discurso, ante la
Asamblea Plenaria de la Pontificia Academia de las Ciencias, el autor
expresa el creciente avance de las ciencias y de la tecnología. Ciertamente la
Iglesia reconoce que el hombre, gracias a la ciencia y la técnicam ha ampliado
y continúa ampliando el dominio sobre la naturaleza. Y sostiene el autor que “existe
el peligro de que el hombre, confiando demasiado en los modernos inventos, crea
que se basta a sí mismo y no busque ya… la trascendencia” (pág. 158).
En el tercer discurso, ante la
Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo de la Cultura, el autor aborda el
tema de la secularización del mundo y la humanidad sin referencia a la
trascendencia; por tanto tenemos una deshumanización desde dentro, incluso desde
de la fe cristiana. Por lo que se refiere a los pastores, les exhorta a una
misión incansable y generosa para hacer frente al fenómeno de la
secularización, en el terreno del
diálogo y el encuentro con las culturas, del anuncio del evangelio y el
testimonio.
En el cuarto discurso, ante el Congreso Internacional organizado
por la Pontificia Universidad Lateranense en el X aniversario de la Encíclica
Fides et Ratio, Benedicto XVI al
hablar de Fides et Ratio, recuerda
que hay que tener confianza en la razón
humana, ya que la fe mueve a la razón a salir de todo aislamiento, por
tanto la fe se hace abogada de la razón. La verdad de la Revelación no se
sobrepone a la alcanzada por la razón, sino que la purifica y la exalta.
En el quinto discurso, ante la Asamblea Plenaria de la Pontificia
Academia de las Ciencias, el autor desarrolla el tema: “Visión científica
de la evolución del universo y de la vida”. Según el autor, hay dos maneras de leer el mundo, desde la
ciencia y desde la Revelación, y no existe contradicción. La ciencia expresa le
evolución, pero esto implica algo ya existente.
Así, evolucionar “significa literalmente desenrollar un rollo de pergamino”
(pág. 171). Por tanto, “el Creador funda este desarrollo y lo sostiene, lo fija
y los mantiene continuamente”.
En el sexto discurso, a los asistentes a un encuentro organizado
por el Observatorio Astronómico Vaticano, con ocasión del año Internacional de
la Astronomía, el autor recuerda el aporte de Galileo Galilei, uno de los
primeros en observar el cielo y reconoce que se avanza en el campo de la
ciencia y de los conocimientos. Y expresa que el conocimiento se debe
comprender y tratar de conseguir en toda su amplitud; una auténtica verdad que
lleve al hombre a la felicidad.
En el séptimo discurso ante la Asamblea Plenaria de la Pontificia
Academia de las Ciencias, el autor reflexiona sobre la herencia científica
del siglo XX, y expresa lo beneficioso que resultan ser los avances realizados
a lo largo del siglo. En un segundo momento apunta que en este nuevo siglo, los
logros científicos deben favorecer la fraternidad y la paz, y orientar los
esfuerzos de cada uno hacia el auténtico bien del hombre y el desarrollo
integral de los pueblos del mundo.
En el octavo discurso, con ocasión de la entrega del “Premio
Ratzinger” en su primera edición, el autor reflexiona sobre la Teología. La
teología es la ciencia de la fe. Según el autor: “en la teología está en juego
la cuestión sobre la verdad, lo cual es el fundamento último y esencial” (pág.
181). A lo que responde que Cristo es el Logos, la verdad, la Razón creadora.
Por lo tanto, la fe recta orienta a la razón a abrirse a lo divino.
Valoración de la obra
La obra Fe y Ciencia, resulta de gran importancia ya que el autor invita a
continuar este diálogo distinguiendo las características específicas de la
ciencia y de la fe. Las dos están llamadas a servir al hombre y a la humanidad.
Por tanto, todo hombre y mujer de fe y de ciencia no puede ni debe renunciar a
este diálogo respetando la autonomía, la distinción y así lograr la complementariedad.
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