jueves, 19 de agosto de 2010

Carlos Escribano Subías, cuando un amigo es nombrado obispo

Es la primera vez que experimento lo que se siente cuando un amigo es nombrado obispo de la Iglesia católica.
El primer sentimiento fue de alegría. Me lo comunicó el sacerdote Ángel Pascual, que fuera rector del seminario de Sololá, Guatemala. Ángel sabía de nuestra amistad con Carlos.
Fue durante la gestión de Ángel Pascual, como rector del Seminario "Nuestra Señora del Camino" (Sololá), que conocí a Escribano. Entonces era diácono y en sus vacaciones solían visitar el seminario de Guatemala.
La primera coincidencia fue el fútbol, él hacía de portero -juega muy bien- y yo de defensa. Bueno, no se si tendrá tiempo de seguirlo haciendo. Pero lo más interesante eran las largas charlas que solíamos entablar -en la cancha de fútbol precisamente- sobre temas eclesiales. Él se interesaba mucho en el período de guerra civil que vivió El Salvador, yo intentaba explicarle las causas y los motivos de la misma. Admiraba mucho a Mons. Romero. Nos deteníamos a analizar cómo los motivos ideológicos pueden ser extremadamente peligrosos para la vida de la Iglesia.
Me solía enviar literatura relativa a temas morales, pues esa es su especialidad y tiene particular interés en la familia y los jóvenes. Alguna vez le visité en sus tierras de Zaragoza (España) y fue una persona muy amable.
Bueno, felicitaciones Carlos. Pienso que tu elección como obispo -por lo que te conozco- es acertada.

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