Por: Héctor David Zelaya Romero
BOTERO GIRALDO José Silvio, Los principios éticos evolucionan. El
por qué y el cómo de una renovación.
Editorial San Pablo, Bogotá 2007.
COLECCIÓN: Actualidades Teológicas, 6.
222 páginas.
ISBN: 958-607-513-3.
Datos
del autor
José Silvio Botero Giraldo es profesor
redentorista colombiano; nació en Aranzazu (caldas) Colombia, el 8 de mayo de
1936; es licenciado en teología dogmática y derecho canónico. Inició la
formación en la casa paterna, pues la madre, sin ser docente fue una buena
pedagoga, y con ella aprendió las primeras letras. La formación religiosa y
universitaria la recibió de los Misioneros Redentoristas. Noviciado (1963) en
Buga. Los estudios de filosofía y de teología en el Seminario Mayor de la
Comunidad, en Suba (Bogotá), que culminaron con la ordenación sacerdotal
recibida de manos de Pablo VI, durante el Congreso Eucarístico Internacional de
Bogotá (1968).
Tesis
central del libro:
La tesis central del
libro trata sobre la renovación de los principios ético-morales dentro
de la sociedad, a partir de la constitución Optatam Totius 16, del
Concilio Vaticano II.
Articulación
del Libro
El
libro Los Principios éticos evolucionan consta de doce capítulos, cada
uno va respondiendo a las diferentes formas de cómo es que se va dando esta
evolución.
En
el capítulo uno, A problemas nuevos, soluciones nuevas,
nos plantea el problema sobre la importancia de esa renovación, sobre todo cómo
se ha ido devaluando debido a la pérdida de los principios morales, que llevan
a vivir sin una ética la vida de parte de las personas. El autor va haciendo
distintos planteamientos, desarrollando uno a uno cómo es que se va dando está
pérdida de principios morales; por ejemplo, cita a E. Moore: «hay ansias de
renovación en ambos periodos refiriéndose al estudio de la moral del siglo XVI
y primera del XVII, de querer revisar los valores» (pág. 9).
En el capítulo dos se aborda el tema El sábado
es para el hombre y no el hombre para el sábado (Mc 2,27). La idea
base de este principio evangélico es que “la persona vale más que las cosas”; además,
va haciendo una valoración de la importancia que el ser humano da a las cosas
materiales y no a las que tienen relevancia o valor, y de cómo este principio
es asimilado por los demás. Jesús es un punto central dentro de este tema; al
respecto nos dice, «Jesús da la vida por salvar al hombre, no por salvar la
ley. Y debe ser replanteado seriamente por la sociedad de nuestro tiempo» (pág.
30).
En
el capítulo tres, que trata sobre el principio de lo “intrínsecamente malo,
pero con una atenuación, sostiene que existen actos, que, si se realizan
con suficiente conocimiento y libertad, son siempre culpa grave. Se habla de un
principio intrínsecamente malo, es decir, «Tradicionalmente, el “acto
intrínsecamente malo” fue contemplado exclusivamente a la luz del finis
operis (la acción en sí misma)» (pág. 40); y así se va dando una mayor
argumentación en cuanto a este principio de los actos que son malos, y por qué
es que se les va catalogar así; sobre todo las consecuencias que esto trajo
para la ética postconciliar.
En
el capítulo cuatro encontramos el tema sobre “la regla de cobre” a “la regla
de oro”. Ahora bien, según el autor: «Para la generación joven encontrarse
con la palabra “regla”, “norma” o “ley”, así sea de oro, suscita sospecha» (pág.
52). Pareciese que hoy los jóvenes están creciendo dentro de un ambiente donde
ya no les dice mucho esto de la norma o ley, ¿será porque no se ha sabido
plasmar desde pequeño la importancia que esto tiene dentro de la sociedad? ¿O a
lo mejor porque no se ha sabido valorar de parte del que la ha recibido? Es así
que la función de la ley o norma, adquiere un sentido pedagógico.
Además,
en el capítulo cinco se habla sobre la categoría de la “ley natural”. En
este sentido, el autor hace notar que «por muchos siglos se ha detectado el
monopolio casi exclusivo de la categoría de la ley natural en la reflexión
ético-teológica» (pág. 75). Además, agrega: «El esfuerzo por recuperar el
influjo de la Sagrada Escritura ha llevado a algunos a plantear la necesidad de
deshelenizar el dogma cristiano». Se nota en todo el capítulo, cómo va tratando
de clarificar algunos conceptos que son necesarios para poder comprender y así
tener claro qué es lo que ha tratado de decir en todo el desarrollo de la
temática.
En
el capítulo seis, el principio de “totalidad”, aborda temas como, por
ejemplo: origen y razón del principio. Trata también el tema de que la
ética de la totalidad no niega la ley natural, solamente pide contemplarla de
un modo nuevo. Se encontrará entonces una temática que abordará el origen de
este principio, y su aplicación dentro de la sociedad.
En
capítulo siete versa sobre el tema El principio de la “gradualidad”. Su
punto central es ver cómo ha venido desarrollándose a lo largo de la historia,
más concretamente en el pontificado de Juan XXIII, donde considera cómo se va
dando esta construcción del hombre. Pablo VI, por ejemplo, ve este principio
como «un dinamismo puesto por el Creador, que mediante la educación y el
esfuerzo personal permitirá al hombre orientarse hacia el destino propuesto por
el Creador, y de este modo fructificará; cada uno es responsable de este
crecimiento» (pág. 112); y no fue hasta el pontificado de Juan Pablo II donde
se le dará un papel referente a partir del sínodo de 1980.
En
el capítulo ocho, ¿El principio del “valor preferencial” o la “razón
proporcionada”? el autor propone cómo es que va evolucionando este
principio tradicional y cómo es que varios autores piensan. Al final del
capítulo habla de que los nuevos principios morales, según los autores que cita,
el “principio del valor preferencial”, son directrices todavía no plenamente
estructuradas.
En
el capítulo nueve, ¿El principio del “mal menor”? ¿O del “bien menor”? a
la luz de diferentes textos, va dando respuestas a las cuestiones del por qué
hablar sobre el bien mayor y el mal menor. Esto sólo se logra −dice− haciendo
un “discernimiento”, tanto personal como comunitario;
solo así se podrá comprender mejor por qué ha sido reflexionado desde dentro de
sí.
Dentro
del capítulo diez se plantea el tema El principio ¿“el fin justifica los
medios”? donde se centra sobre cómo es que muchas veces se van justificando
algunas cosas planteadas dentro de la sociedad, e incluso los padres de familia
en vez de ser protagonistas, no se meten en las cuestiones de ellos, y dejan
que actúen como si nada pasara. Además, por su no tan firme fundamento, es uno
de los principios, dice el autor que son cuestionados.
En
capítulo once, El peligro de dos “…ismos” fundamentalismo -relativismo,
se nos plantea la contraposición que existe entre la historia de la humanidad y
la historia moral, marcadas en este tiempo por un detrimento de la ética, que
ve cómo el fundamentalismo y el relativismo quieren hacerla desaparecer.
Culminando
con el capítulo doce, que versa sobre El principio de la tensión “dinámica”,
el autor, a la luz del texto de San Juan, donde Jesús mantiene un diálogo con
la mujer adúltera, trata de mostrar la misericordia de Dios, evitando todo
aquello que le venía como consecuencia por su pecado. Al perdonar Jesús a la
mujer pecadora, no es que esté de acuerdo con el pecado, sino que quiere
mostrar la misericordia, como se ha apuntado, y así el hombre se acerque a su
Padre. Está claro, pues, que a base de fundamentos nos va clarificando cada vez
más el panorama de cómo es que esta renovación de los principios éticos se va
dando.
Valoración
personal: El libro Los principios éticos evolucionan,
quiere hacer notar la importancia fundamental que tiene el poder reflexionar
sobre ellos, ya que son fundamento y base dentro de una sociedad; quien olvida
esto, ciertamente que erraría y no actuaría como debería serlo. La forma como
se desarrollan los temas, ayuda al lector a poder entrar en la dinámica del
libro y comprender lo que el autor quiere dar a conocer en cada uno de los
apartados.
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