viernes, 6 de septiembre de 2019

DIPLOMACIA PASTORAL. LA IGLESIA Y ARTURO RIVERA Y DAMAS EN EL PROCESO DE PAZ SALVADOREÑO (Reseña)



Por: Godofredo Antonio Torres Ayala.


PURRER GUARDADO Ulrike, Diplomacia Pastoral. La Iglesia y Arturo Rivera y Damas en el proceso de paz salvadoreño, UCA Editores, San Salvador 2015.
419 páginas.
ISBN: 978-99961-1-000-9.

Ulrike Purrer Guardado es licenciada en Teología y doctora en Historia Latinoamericana, Universidad de Leipzig (Alemania), y misionera laica de CoMundo en la Diócesis de Tumaco (Colombia).

Tesis
La tesis central del libro que estamos presentando, analiza la figura de monseñor Rivera y Damas y algunos miembros del Arzobispado de San Salvador como intermediarios de las partes enfrentadas durante la guerra civil (1980-1992).

Esquema General del libro
El texto es el resultado de una investigación bajo el enfoque cualitativo. La investigación no formula afirmaciones cuantitativas sobre la medida en que el trabajo por la paz de la Iglesia condujo a la superación de la guerra civil en El Salvador. Se trata de un intento de retratar en toda su extensión y, más aun, en toda su “densidad”, el proceso de comunicación, es decir, de interacción entre los diferentes miembros de la Iglesia católica, así como entre las autoridades y la guerrilla, el gobierno, las fuerzas del orden, los personajes internacionales y la prensa.

El libro se divide en tres capítulos principales. El primero, titulado Sobre la investigación, presenta el estado de la investigación y una discusión de los métodos. El capítulo dos, titulado El contexto, está basado exclusivamente en literatura secundaria y que sirve como marco de referencia histórico, ofrece una visión global de todas las personas, agrupaciones y hechos relevantes. El capítulo tres, titulado Diplomacia pastoral por una paz duradera, desarrolla la parte principal del libro y reproduce los tres pasos del trabajo eclesial por la paz formulados por Rivera y Damas, que él les denomina “la casa en llamas”, los cuales son:

Primero, la humanización de la guerra a través de la atención de las víctimas. La Iglesia católica, especialmente el secretariado social del Arzobispado, desempeñó un papel esencial en el establecimiento y mantenimiento de campos de refugiados, pero también en los cuidados médicos de los heridos. La oficina de Tutela Legal, dependiente de la Arquidiócesis de San Salvador, ofrecía apoyo legal a las víctimas y a sus familiares. El propio arzobispo intervino durante toda la guerra civil con mayor o menor éxito en favor del intercambio de prisioneros de guerra, de su traslado al extranjero y de su atención médica. En esta empresa contó con el apoyo de laicos, de personalidades y organizaciones nacionales e internacionales.

El segundo paso es la extinción del incendio, significaba, de cara al conflicto armado en El Salvador, la humanización de la guerra y el fortalecimiento de la confianza y de la disposición al diálogo entre las partes enfrentadas; durante mucho tiempo, Rivera y Damas asumió, en exclusiva y hasta que se organizaron rondas de negociación, el papel de mediador como puente entre las partes.

En el tercer paso, la reconciliación y la prevención mediante la erradicación de las causas del conflicto. Debían analizarse las causas del conflicto armado y habían de formularse soluciones estructurales a largo plazo que evitaran la rehabilitación del fuego, tras las firmas de los acuerdos de Paz. Los jesuitas hicieron un aporte importante para el análisis de las causas. En 1988, apoyaron incondicionalmente al arzobispo en el Debate Nacional por la Paz, que aunaba el análisis y el diseño de estrategias, por parte de la población civil, que condujeran a una solución.

Rivera y Damas aplicó esta metáfora de la casa en llamas y el procedimiento en tres fases no solo en la descripción de sus propios actos, sino también en su puesta en práctica en todos los ámbitos pastorales. El obispo Gregorio Rosa Chávez hace referencia a la imagen de la casa en llamas, indicó que se luchó en tres frentes: defensa de los derechos humanos, influencia sobre la opinión pública y los pasos concretos hacia la paz (cfr. pág. 144).

La conclusión resume los resultados más importantes y revela aspectos que podrían desarrollarse en futuras investigaciones.

Valoración crítica
Es una investigación muy importante y puntual para conocer la realidad salvadoreña, ya que tiene datos históricos que permiten conectar la realidad social con la eclesial. Esta investigación ayuda a todo aquel lector que tiene el deseo de conocer la verdad histórica de los años 80 hasta los acuerdos de paz en 1992, periodo que ha sido considerado por muchos investigadores como un déficit de conocimiento histórico de la realidad salvadoreña.

Un tema importante a resaltar es la amnistía entre las partes en conflicto, ya que, a pocos días después de la publicación del informe elaborado por la Comisión de la Verdad de Naciones Unidas (1993), el gobierno del partido Arena decretó una amnistía general. Más tarde, la Corte Interamericana de Derechos humanos declaró, tras recibir una solicitud de la UCA, que la ley de amnistía de 1993 era inconstitucional, debate que aún sigue presente. El diputado Rodolfo Parker, del partido PDC, ha presentado la propuesta de crear una nueva ley de reconciliación, titulada: “Proyecto de ley de reconciliación nacional”, por mandato de la Sala de lo Constitucional.

Citas textuales
En el helicóptero del teniente coronel Domingo Monterrosa, cuando se dirigía a destruir la clandestina Radio Venceremos. En el ataque murieron Monterrosa y el clérigo militar de San Miguel, al que acompañaban dos monaguillos. Uno de ellos desapareció justo antes de que el helicóptero despegará; se cree que fue el encargado de poner la bomba (Pág. 250).

Rivera y Damas solía decirles a los seminaristas: “hay un hombre en este país que no es capaz de mirarme a los ojos porque es el culpable de la muerte de los jesuitas, y ese es Cristiani (Pág. 267).

Hay algunas voces que afirman que los delegados de Naciones Unidas solo cerraron con éxito aquello que Rivera y Damas, Rosa Chávez y Stehle se habían ocupado de encauzar durante años. Gutiérrez dice metafóricamente que Naciones Unidas se comió el pastel que la Iglesia había preparado (Pág. 270).

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