martes, 22 de enero de 2013

POLÍTICA DE LA CULTURA DEL MARTINATO. El libro de Rafael Lara Martínez


Editorial Universidad Don Bosco.
2011.
ISBN 978-99923-50-31-7.

Luis Alvarenga.
UCA-San Salvador.

El largo período dictatorial del general Maximiliano Hernández Martínez (1931-1944) ha dado pie a numerosos ensayos de interpretación, sobre todo, en lo político. El trabajo que presenta hoy Rafael Lara Martínez propone aproximaciones novedosas al martinato desde una perspectiva cultural, que, sin lugar  a dudas, puede ayudar a una comprensión de la complejidad de aspectos de al dictadura del general teósofo.

En la investigación de Rafael pueden verse las raíces intelectuales del martinato y de su política racial. Demuestra que no fue el producto de un puñado de militares de inclinaciones fascistas, sino de un complejo entramado social que tuvo también su expresión intelectual en la producción de la revista del Ateneo. De ahí que las leyes que prohibían el ingreso de extranjeros al país por motivos raciales no fuera un delirio de Hernández Martínez sino el resultado de un pensamiento fascista que ya  se iba configurando con anterioridad. Mención especial también merecen los hallazgos del autor en cuanto a la tensión entre indigenismo y antiindigenismo en el martinato. Hay una coherencia interna entre el etnocidio del 32 y un indigenismo turístico, que se configura desde el poder y el cual sirve, por otra parte, para forjar una política de la cultura.

La perspectiva de análisis abierta en este libro  sobre el martinato, permite ver las características de la modernización autoritaria en El Salvador. "Armas y letras" se llama uno de los capítulos, que también podría llamarse "Ilustración y balas". La modernidad se impone en Latinoamérica mediante la modernización de una sociedad supuestamente atrasada (por factores raciales, como en Civilización y barbarie de Sarmiento) y amenazada por el fantasma del comunismo. Así, la acción providencial de una élite ilustrada coludida con un "hombre fuerte" como Martínez permitiría enderezar el rumbo de la barbarie a la civilización ilustrada mediante la represión y la "normalización" del indigenismo.

Los ensayos que conforman este libro unen dos aspectos: el arqueológico y el crítico. En lo tocante al aspecto arqueológico, el autor emprendió una acuciosa investigación en fuentes bibliográficas y hemerográficas del período, lo cual nos lleva al aspecto crítico: estos hallazgos posibilitan poner en duda, o al menos, matizar ciertas apreciaciones sobre los aspectos culturales del martinano.

Uno de los aspectos más interesantes y polémicos del libro es el aval de algunos intelectuales salvadoreños -con Salarrué a la cabeza- y latinoamericanos -comoes el caso de Gabriela Mistral-a la política cultural del dictador. También lo es la determinación de la fuente bibliográfica de la que proviene la expresión "El Salvador, Pulgarcito de América" (Julio Enrique Ávila y no Gabriela Mistral).

En esta investigación se puede apreciar que las ideologías tienen muchos matices y que no se pueden delimitar esquematizadamente. Así como hay un antiimperialismo de izquierda, que es el que mueve a Farabundo Martí a unirse a la lucha de Sandino contra las tropas estadounidenses, también hay un antiimperialismo de derecha, el que motiva, según lo documenta Lara Martínez, a que los dos artífices de la prepresión del 32, Hernández Martínez y Tomás Calderón, expresen abiertamente su apoyo a Sandino.

Que las ideas y que los hechos admitan muchos matices,que la realidad sea multiforme y que se escape de las categorizaciones rígidas, es algo que se advierte en este volumen. Con seguridad, es ya una fuente importante de uno de los períodos más oscuros (y oscurecidos) de la historia de El Salvador.

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