miércoles, 25 de diciembre de 2024

La nueva ley de explotación minera en El Salvador, un atentado contra la vida

 


Por: Juan Vicente Chopin

 

1.     Idolatría y medicina amarga en la Biblia. La primera vez que la Biblia alude a la ingesta de una «medicina amarga y venenosa» para superar la idolatría está relatada en el libro del Éxodo (cap. 32). Los israelitas se desesperaron porque Moisés no regresaba de la montaña, donde conversaba con Yahvé. Dice el texto que al pueblo «le pareció un tiempo largo» (Éxodo 32,1). En una palabra, se desesperaron. Las personas en estado de desesperación toman decisiones apresuradas.   Moisés, para sanar la ambición del pueblo y su idolatría «tomó el becerro que habían hecho, lo quemó y lo molió hasta reducirlo a polvo, que esparció en el agua, y se lo dio a beber a los israelitas» (Éxodo 32,20). Como la idolatría de aquella gente no se refrenaba, Yahvé mandó exterminarlos: «cayeron aquel día unos 3,000 hombres del pueblo» (Éxodo 32,28). La ambición desenfrenada siempre termina mal.

 

2.     La “divinización del mercado”. El mercado ha adquirido valor absoluto (EG, n. 56). El Papa explica esto del siguiente modo: “Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera” (EG, n. 56). En otro numeral retorna a la misma idea: “sería una falsa paz aquella que sirva como excusa para justificar una organización social que silencie o tranquilice a los más pobres, de manera que aquellos que gozan de los mayores beneficios puedan sostener su estilo de vida sin sobresaltos mientras los demás sobreviven como pueden” (EG, n. 218). Por tanto, dice el Papa: “Las reivindicaciones sociales, que tienen que ver con la distribución del ingreso, la inclusión social de los pobres y los derechos humanos, no pueden ser sofocadas con el pretexto de construir un consenso de escritorio o una efímera paz para una minoría feliz. La dignidad de la persona humana y el bien común están por encima de la tranquilidad de algunos que no quieren renunciar a sus privilegios. Cuando estos valores se ven afectados, es necesaria una voz profética”.

 

3.     Fetichismo del dinero. La causa de otorgar un valor absoluto al mercado se funda en un desajuste antropológico. El dinero “vale más” que quien lo produce. Vale más que la persona humana. El dios-dinero exige cotidianamente sacrificios humanos para mantenerse en su pedestal. El Papa habla en modo contundente: “¡la negación de la primacía del ser humano! Hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguo becerro de oro (cf. Ex 32,1-35) ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano” (EG, n. 55). Algo muy parecido dijo Monseñor Romero: “¿Qué otra cosa es la riqueza cuando no se piensa en Dios? Un ídolo de oro, un becerro de oro, y lo están adorando, se postran ante él, le ofrecen sacrificios. ¡Qué sacrificios enormes se hacen ante esta idolatría del dinero; no sólo sacrificios, sino iniquidades! Se paga para matar, se paga el pecado y se vende, todo se comercializa, todo es lícito ante el dinero” (Homilía 11-septiembre-1977).

 

4.     ¿Agua o veneno? Dice el Papa Francisco: «Las aguas subterráneas en muchos lugares están amenazadas por la contaminación que producen algunas actividades extractivas, agrícolas e industriales, sobre todo en países donde no hay una reglamentación y controles suficientes» (Laudato Sí, n. 29). El acceso al agua potable y sana lo presenta como un derecho humano: «el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos» (Laudato Sí, n. 30). La ley sobre la explotación minera atenta directamente contra el derecho humano al agua.

 

5.     La vida en la Constitución. La Constitución vigente, si bien no respetada, afirma que, entre otras cosas esenciales, «es obligación del Estado asegurar a los habitantes de la República la salud» (Art. 1). El artículo 2 dice lacónicamente que «toda persona tiene derecho a la vida»; o el artículo 11: «ninguna persona puede ser privada del derecho a la vida». Todo el que atenta contra la vida de un ciudadano salvadoreño, aunque se trate del ciudadano presidente, atenta contra la Constitución de la República. En tanto la explotación minera tiene efectos nocivos para la salud, en esa medida se atenta contra la vida y la salud de las personas.

 

6.     El legislador se contradice. Casi al mismo tiempo el gobierno de El Salvador aprueba dos leyes que se contradicen. Por una parte, se aprueba la ley de cero tolerancia al consumo de alcohol para quienes conducen un vehículo, por considerar esa substancia como la causa de muchos accidentes y por ser dañino para la salud. Ambas cosas se pueden probar científicamente. Pero, por otra parte, aprueba la ley a favor de la explotación minera, que supone la utilización de sustancias como el mercurio, cianuro y plomo, también científicamente probado que son altamente dañinas para la salud. Un policía, por ejemplo, podría sancionar a una persona por consumo de alcohol mientras conduce, pero vería con normalidad y como algo no contrario a la ley el que esa misma persona haya sido contaminada por el Estado o una empresa minera con cianuro.    

 

7.     Oro-Odio un binomio letal. El Papa Francisco, apoyado en estudios, ha vaticinado que «es previsible que el control del agua por parte de grandes empresas mundiales se convierta en una de las principales fuentes de conflictos de este siglo» (Laudato Sí, n. 31). De hecho, en el departamento de Cabañas, en el pasado fueron asesinados cuatro ambientalistas (Marcelo Rivera, Dora Sorto, Ramiro Rivera, Juan Durán), cuyas muertes esperan un juicio justo. Las empresas mineras requieren de altas cantidades de agua la procesar el oro, con lo cual es previsible que se den más asesinatos por este motivo. Tenían razón los miembros de la organización ADES Santa Marta: el gobierno actual los ha capturado no porque quiera hacer justicia, sino para limpiar de posibles resistencias una de las principales zonas de explotación minera de El Salvador. Sus propósitos son mercantilistas, no de justicia.

 

8.     Ahora bien, ¿Sobre quiénes recae la responsabilidad de los efectos nocivos de la explotación minera en El Salvador? En primer lugar, sobre el autor intelectual de la ley: el actual presidente de la república y las empresas que se interesan en la explotación minera. En segundo lugar, sobre los autores materiales de la ley: los diputados que la han aprobado. Finalmente, sobre los ciudadanos que con su silencio secundan dicha ley. El presidente, en última instancia, puede ratificar o vetar la ley. Le recomendamos que la vete, para que recupere su dignidad y no recaigan sobre él el peso de las vidas que se perderán en el futuro.

 

9.      Autocracia en estado puro. Por autocracia el diccionario define: «forma de gobierno en la cual la voluntad de una sola persona es la suprema ley» (RAE). La nueva ley de explotación minera atenta contra la salud, la vida y la democracia. Es una de las leyes más impopulares que ha propuesto el autócrata, pero no le ha importado. Ha podido más la divinización del mercado, es decir, los intereses económicos que están detrás. ¿Qué es lo que está en juego detrás de esta ley que hasta la vida humana desprecia? Bien ha sentenciado Héctor Lindo: «No es que no entiendan las consecuencias de lo que están haciendo, es que no les importa».

 

10.  El Dios de los políticos. No es la primera vez -ni la última- que un político invoca a Dios como aliado para lograr sus propios intereses. El autócrata ha afirmado: «Dios puso un tesoro bajo nuestros pies». Que Dios sea el creador no solo del oro, sino también del cianuro, no lo ponemos en duda. Pero el modo cómo haremos uso de ambos es responsabilidad nuestra. Ahora bien, nunca Dios obliga a una de sus criaturas a envenenarse con los elementos de la naturaleza. Por tanto, no es Dios quien se nos aproxima en la nueva ley de explotación minera, sino un «caballo verdoso y el que lo monta se llamaba Muerte, y el Hades le sigue… viene para matar con la espada, con el hambre, con la peste» (Apocalipsis 6,8). Así, cuando los 57 diputados (Nuevas Ideas, PDC, PCN) aprobaron la ley, se pusieron en pie y aplaudieron. ¡Un espectáculo dantesco! Aplaudir porque se disponen a envenenar personas no parece divertido. Ni las legislaturas pasadas, con toda la corrupción que pesaba sobre sus hombros, se atrevieron a tanto. A este hato de adoradores de la Bestia llámeseles por su nombre. Haciendo paráfrasis del Apocalipsis podemos afirmar: «se llaman [cristianos] sin serlo y son en realidad una sinagoga de Satanás» (Apocalipsis 2,9). Cuando los vi aplaudir como insensibles autómatas, me vino a la mente la admonición del evangelio de San Juan: «llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios» (Juan 16,2). Esos 57 diputados no actúan, como quieren hacernos pensar, «con la fe puesta en Dios», sino en sus bolsillos.

 

11.  El milagro económico. El concepto «milagro» corresponde al orden teológico, no al político. Por tal entendemos: un «hecho no explicable por las leyes naturales y que se atribuye a intervención sobrenatural de origen divino» (RAE). La expresión «medicina amarga» fue dicha en relación con la búsqueda de un «milagro económico» para El Salvador. Tácitamente, el autócrata reconoce que no está en condiciones, por la vía normal, de reactivar la economía salvadoreña. Por eso habla de bitcoin, de reactores nucleares, de oro, etc. En cierto modo, nos está diciendo que no sabe exactamente cómo hacer para reactivar nuestra economía. Mientras tanto, nos entretiene con su permanente show de luces LED.

 

12.  ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Esa facción del partido de izquierda que posicionó y engendró al actual autócrata, sin duda se congratula de ver a su propio pueblo caminar hacia la ruina. No les importó poner en práctica la famosa máxima de Maquiavelo: «el que ayuda a otro a hacerse poderoso causa su propia ruina» (El Príncipe, cap. III).   

 

13.  Si este gobierno actual no logra construir un puente con el nombre «Chichilco», si se le caen los postes LED de la autopista de Comalapa, si se les viene abajo la infraestructura del viaducto de Los Chorros, ¿cómo pueden asegurarnos que van a sacar oro sin dañar el medio ambiente?

 

14.  Jugar con la mente de las personas parece hasta cierto punto divertido, pero jugar con la vida de las personas no lo es. No olviden, pues, los católicos lo que prescribe el n. 2242 del Catecismo de la Iglesia Católica. Esto es: «El ciudadano tiene obligación en conciencia de no seguir las prescripciones de las autoridades civiles cuando estos preceptos son contrarios a las exigencias del orden moral, a los derechos fundamentales de las personas o a las enseñanzas del Evangelio. El rechazo de la obediencia a las autoridades civiles, cuando sus exigencias son contrarias a las de la recta conciencia, tiene su justificación en la distinción entre el servicio de Dios y el servicio de la comunidad política. “Dad [...] al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt 22, 21). “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hch 5, 29)».

 

15.  Por las razones expuestas, hacemos un llamado, pues, a todos los fieles cristianos a tomar postura ante esta amenaza. En modo particular hacemos un llamado a los pastores, católicos y evangélicos, a optar por la vida y repudiar la nueva ley de explotación minera.

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