miércoles, 31 de octubre de 2012

LA OPCIÓN ANTROPOLÓGICA DEL DOCUMENTO DE PUEBLA Y SU IMPLICACIÓN EN LA EVANGELIZACIÓN



Por: Pbro. Lic. Rafael Ernesto Sánchez López

San Salvador, octubre de 2012.


            1. Introducción
Haciendo un balance teológico de la reflexión de la Iglesia  en América Latina después del Concilio Vaticano II, F.A. Pastor enfatiza cuatro motivos principales que hicieron que Medellín y Puebla perfilaran la identidad del catolicismo latinoamericano: teológico, cristológico, eclesiológico y antropológico[1].
El paradigma antropológico nos interesa de modo particular porque muestra cómo la visión del Vaticano II sobre el hombre es asumida en el Magisterio latinoamericano, pero sin olvidar los otros motivos,  que vienen a determinar el deseo de asumir una propuesta eclesial universal en un contexto específico. En Latinoamérica fue necesario hacer una específica contextualización de la visión antropología cristiana, tomando en cuenta la propia realidad. Ya que cada momento histórico da las pautas para una respuesta[2]; en ese sentido, el Magisterio latinoamericano, con su reflexión teológica, ha tenido que especificar sus orientaciones.
Eran varias las líneas de interpretación antropológica que surgieron en Latinoamérica. Las expectativas que despertó el Concilio en este Continente fueron diversas. Por un lado se retomaba la visión pastoral del Concilio, con su claro interés de diálogo con el mundo; por otro, existía la gran preocupación por interpretar situaciones político-económicas que influían intensamente sobre la realidad concreta del hombre latinoamericano.
En este contexto surge una línea de interpretación liberacionista, que se puede considerar como una lectura antropológica propiamente economicista, es decir, la realidad de la pobreza es consecuencia de una estructura donde las minorías oprimen a las mayorías y, ante tal situación, podría justificarse una lucha violenta para superar dicha situación. Otra línea de interpretación de la realidad es la progresista, que considera la categoría de progreso como una posibilidad de ayuda a las clases más necesitadas.
Luego, haciendo una reflexión equilibrada, surge la respuesta del Magisterio latinoamericano, que viendo estas diversas posturas y con los ojos abiertos ante la concreta realidad antropológica latinoamericana, habla de la correcta visión del hombre a la luz de Cristo, con una visión integral del hombre. Se rechaza la propuesta que hacen las ideologías  marxista o capitalista. Ciertamente, ejerció gran influencia la Carta Encíclica Populorum  Progressio, de Pablo VI, la cual enfatiza  el desarrollo integral del hombre porque «lo que importa es el hombre»[3]
Por tanto, la idea de este artículo es focalizar la opción antropológica contextualizada y equilibrada del Magisterio latinoamericano, sobre todo el Documento de Puebla; la opción por el hombre, por el hombre-pobre, por el hombre-joven, por el hombre-en familia. Todo esto tendrá sus implicaciones en la  misión evangelizadora.

2. Opción por el hombre

Con las luces arrojadas por el método ver-juzgar-actuar, en Latinoamérica se realizaron opciones concretas, en las cuales se manifiestan las prioridades que debían orientar la práctica pastoral. Pero no se trata sólo de ver la orientación pastoral, sino de descubrir la raíz profunda de donde nacen estas opciones.
Desde el primer momento, con Medellín[4], luego con las otras Conferencias generales, en Puebla y también en Santo Domingo, se hizo una opción bien concreta por el hombre. Lógicamente cada una de las conferencias hace su propio énfasis, de acuerdo a la lectura que hacen de la propia realidad histórica.
Se puede afirmar, ciertamente, que la filosofía personalista y la filosofía del diálogo que se desarrollo en los años previos al Concilio y también después del Concilio, influyó de modo determinante en la comprensión del hombre. El Concilio recibió esta influencia de las reflexiones anteriores, y Juan Pablo II ―que había contribuido en esta línea personalista en el Concilio― contribuyó a profundizarla[5]. Toda esta influencia llega a Latinoamérica precisamente por el modo de leer el Concilio, y por las orientaciones de Juan Pablo II[6].
El aporte del Papa Juan Pablo II se nota más claro en la Conferencia de Puebla[7], en la cual se afirma y se defiende esta opción, la cual será reafirmada en Santo Domingo[8]. Los temas que se presentan aquí quieren enfatizar, sobre todo, la concretización de una opción en rostros y realidades humanas específicas. El énfasis se pone en el ser del hombre, y no tanto en el tener.
La opción por el hombre se expresa en tres categorías específicas: los pobres, los jóvenes, la familia. También se enfatiza la orientación práctica de todas estas opciones. En el fondo, se torna a la centralidad antropológica que ha presentado el Concilio, y que el Magisterio Latinoamericano ha hecho suya en su presentación: se trata de una centralidad antropológica histórica.


3.  Opción preferencial por los pobres

La Conferencia de Medellín, al enfrentarse con la pobreza concreta del hombre latinoamericano, tuvo que comenzar a recorrer caminos inéditos y a hacer opciones que determinaron el discernimiento teológico y la práctica pastoral. Así lo expresa G. Gutiérrez: «Medellín nos trae una renovada reflexión sobre grandes temas cristianos. La preocupación evangelizadora es siempre motivo de una teología que se alimenta en las fuentes mismas de la revelación bíblica. Hemos recordado el papel que los textos conciliares y la Populorum progressio tienen en el espíritu y en los documentos de Medellín, pero la confrontación con la dura realidad del continente hace que ella recorra también senderos inéditos, como, por ejemplo en el caso de la pobreza y los pobres...»[9].
La realidad de aquel momento exigía una opción concreta, que se convertirá en uno de los puntos principales del espíritu de Medellín. La opción por los pobres no era una cuestión que se podía ignorar, más bien era la exigencia histórica concreta en un Continente que vivía situaciones de escandalosas situaciones de pobreza.
Por tanto, la opción por los pobres propuesta en Medellín, comenzó a dar orientación práctica a la opción antropológica que se había impulsado en el Concilio[10]. La Iglesia latinoamericana comienza a enfatizar que para impulsar la evangelización no se puede hacer sin una opción concreta de solidaridad con el pobre –que sea «signo y compromiso»[11]– al estilo de Jesús. Y la línea concreta que debe guiar la pastoral es precisamente la promoción humana en favor del pobre: «La promoción humana ha de ser la línea de nuestra acción en favor del pobre, de manera que respetemos su dignidad personal y le enseñemos a ayudarse a sí mismo»[12].
Puebla continúa en la misma línea de Medellín[13], retomando y reafirmando la opción preferencial por los pobres «como solidaridad con el pobre y como rechazo de la situación en la que vive»[14]. La opción se entiende no sólo como ética, sino como verdaderamente teologal[15].
La novedad que encontramos en Puebla es que presenta  la opción preferencial por los pobres ―junto a la opción preferencial por los jóvenes― como características propias de de evangelización que se quiere impulsar con rostro latinoamericano, para lo cual se dedican números específicos para describir la opción[16]. Ciertamente todo el documento está impregnado de este espíritu, sin embargo los números específicos dedicados para esta reflexión manifiestan un deseo de profundización de esa realidad.
Ya que se ha notado cómo la pobreza y la miseria se han agravado[17], se quiere reafirmar la opción por los pobres, esta vez desde una evaluación que la misma Iglesia ha hecho sobre su empeño en los últimos años. La exigencia de la evangelización impulsa a mantener esa opción, siguiendo la imagen de Jesús que evangeliza a los pobres, se pone al servicio de ellos, poniéndose así como modelo para su Iglesia. La evangelización, por tanto, es un servicio, y la opción preferencial por los pobres es hacer concreto ese servicio: «Acercándonos al pobre para acompañarlo y servirlo, hacemos lo que Cristo nos enseñó, al hacerse hermano nuestro, pobre como nosotros. Por eso el servicio a los pobres es la medida privilegiada aunque no excluyente de nuestro seguimiento de Cristo. El mejor servicio al hermano es la evangelización que lo dispone a realizarse como Hijo de Dios, lo libera de las injusticias y lo promueve integralmente[18]. Además es interesante notar cómo los Obispos  reconocen que los pobres tienen un potencial evangelizador, en cuanto llaman a la Iglesia a la conversión[19].
Finalmente, en Puebla se tiene claro que «la opción preferencial por los pobres tiene como objetivo el anuncio de Cristo Salvador que los iluminará sobre su dignidad»[20]; es decir, que el pobre encuentra sentido y esperanza en la imagen de Cristo.


4. Opción por los jóvenes

Los jóvenes son un sector de la población que ha sido siempre bien valorado por la Iglesia. En ellos se manifiestan la fuerza y el dinamismo de las energías humanas, ellos son la creatividad, la muestra viva del espíritu de búsqueda. Y por esta capacidad de respuesta generosa, muchas veces se ven expuestos a la marginación o la manipulación. Por eso la Iglesia latinoamericana ha mostrado su opción por los jóvenes, para garantizar al mismo tiempo la continuidad de una comunidad más madura en la fe.
En Medellín, los Obispos dedicaron un capítulo para reflexionar sobre la situación de la juventud en Latinoamérica[21]. Reconocen las potencialidades, las iniciativas, pero también los riesgos:
Una tendencia a la personalización, conciencia de sí mismos, creatividad, que por contraste los lleva a rechazar los valores de la tradición. Poseen un idealismo excesivo que los lleva a desconocer realidades innegables que han de ser aceptadas, y a adoptar un inconformismo radical cuyas manifestaciones características se dan casi en todos los países y que los impulsa a pretender construir todo de nuevo con prescindencia absoluta del pasado. Característica de la juventud es también la espontaneidad que la lleva a un menosprecio no siempre justificado de las formas institucionales, de las normas, de la autoridad y del formalismo[22].

Puebla manifiesta con claridad su opción preferencial por los jóvenes con una motivación clara[23]: «Presentar a los jóvenes el Cristo vivo, como único Salvador, para que, evangelizados, evangelicen y contribuyan, con una respuesta de amor a Cristo, a la liberación integral del hombre y de la sociedad, llevando una vida de comunión y participación». Se hace la opción por el joven para ofrecerle el verdadero camino a seguir, inmerso en las muchas dificultades que debe enfrentar. La guía segura para todo joven es la verdad sobre Jesucristo, sobre la misión de la Iglesia y sobre el hombre[24]. La motivación de esta opción en Puebla es la vocación evangelizadora de los jóvenes[25].
La gran propuesta de Puebla para el joven es un plan de amor de parte del Padre en Jesucristo, en el que el mismo joven debe descubrir el camino a seguir:
La juventud camina, aún sin darse cuenta, al encuentro de un Mesías, Cristo, quien camina hacia los jóvenes, sólo El hace verdaderamente libre al joven. Este es el Cristo que debe ser presentado a los jóvenes como liberador integral: quien por el espíritu de las bienaventuranzas ofrece a todo joven la inserción en un proceso de conversión constante; comprende sus debilidades y le ofrece un encuentro muy personal con El y la comunidad, en los sacramentos de la reconciliación y la Eucaristía. El joven debe experimentar a Cristo como amigo personal que no falla nunca, camino de total realización. Con El y por la ley del amor, camina al Padre común y a los hermanos. Así se siente verdaderamente feliz[26].

Es interesante notar las categorías usadas en el Documento, que denotan una gran carga personalista y de gran atractivo para que puedan ser comprendidas por una parte del pueblo que vive expectativas propias. El joven puede y debe buscar en Cristo su verdadero modelo, el verdadero motivo de su vida, la verdadera imagen de lo que está llamado a vivir: la filiación ante el Padre y la fraternidad universal. Eso le anima a luchar por la dignidad humana: «El joven con las actitudes de Cristo promueve y defiende la dignidad de la persona humana. Por el bautismo es hijo del único Padre, hermano de todos los hombres y contribuye a la edificación de la Iglesia. Cada vez se siente más “ciudadano universal”, instrumento en la construcción de la comunidad latinoamericana y universal»[27].


5. Opción por la familia

La tercera gran opción que se puede descubrir de la opción cristológica por el hombre es de carácter más comunitario. La figura de la familia es utilizada para describir los sentimientos y los objetivos más intensos de la vivencia de la comunión. El la familia se puede notar un punto de apoyo fuerte para la vivencia de la relacionalidad humana. Y la Iglesia latinoamericana ha sabido dar énfasis a este punto.
En Puebla, los Obispos enfatizan y profundizan sobre la situación de la familia en América Latina[28]; y también reafirman la necesidad de la pastoral familiar, promoviendo la familia como sujeto y objeto de la evangelización[29].
La familia es presentada ―junto con la realidad de las comunidades eclesiales de base― como un espacio para la comunión y la participación. En este sentido se promueve la verdadera humanidad. Siendo la familia el lugar originario y más apropiado para aprender a ser hombre y cristiano, se ratifica en Puebla con claridad la opción por la pastoral familiar, dentro de la pastoral orgánica en América Latina[30]. El motivo de esta opción siempre es teológico y antropológico: se considera que en la familia se pueden vivir las manifestaciones máximas del amor entre personas, es el espacio para el servicio sincero, es garantía de estabilidad, es espacio para la fraternidad y el desarrollo común; desde ese modelo la Iglesia recibe inspiración para su vida. Además, Cristo, asumiendo la vida familiar, ha ratificado el valor perenne de la familia para la vivencia plena de la persona humana, a nivel personal y comunitario[31]. Puebla, usa frecuentemente los textos de la Gaudium et Spes para expresar la continuidad de esas verdades antropológicas en el contexto latinoamericano.
Concentrémonos ahora en el carácter antropológico de las opciones y descubramos también las implicaciones pastorales.

6. Carácter antropológico-pastoral de la opción

La opción por el hombre que se ha especificado anteriormente en tres puntos ―pobres, jóvenes, familia― corresponde a un interés claramente pastoral por parte de las Conferencias del episcopado latinoamericano. Sin una adecuada fundamentación teológica, la pastoral no tendría horizonte seguro. Y sin una orientación pastoral, la fundamentación teológica sería palabra sin sentido. En el contexto latinoamericano esta combinación ha sido tomada muy en serio, de tal modo que se puede considerar la opción por el hombre como una opción de carácter pastoral.
Al afirmar esta orientación pastoral, se afirman dos razones principalmente: el deseo de dialogar con el hombre que hace camino de fe en tierras latinoamericanas, inculturando el mensaje evangélico; y para responder al dinamismo que ha motivado a la Iglesia en los últimos años: la nueva evangelización.

a) Para responder a una realidad latinoamericana: inculturación

La específica realidad latinoamericana es un estímulo para profundizar, para aprender y acoger las novedades de un ambiente que presenta sus propias exigencias: defender al hombre en Latinoamérica implica riesgos. Así pues, la delicada y difícil situación que ha vivido América Latina en los últimos años ha exigido una respuesta adecuada por parte de la Iglesia.
En Puebla se ha manifestado la identidad de una Iglesia atenta a la historia de fe que se vive en el Subcontinente. En ese contexto concreto los latinoamericanos viven sus propias angustias y esperanzas, las cuales son iluminadas desde la fe en Jesucristo. «Bien sabe la Iglesia que sólo Dios, al que ella sirve, responde a las aspiraciones más profundas del corazón humano»[32]. El corazón del hombre latinoamericano debe encontrar en Cristo el paradigma de sus deseos más profundos.
Al defender la opción por el hombre, el Documento de Puebla no hace otra cosa que ser fiel a sus convicciones de fe: ha aprendido de su Señor que el hombre tiene prioridad y supremacía en la realidad creada[33]. La fe en Jesucristo, el Verbo encarnado,  ha movido la reflexión de la Iglesia hacia una afirmación coherente de la dignidad y vocación del hombre latinoamericano. La perspectiva no es ideológica, sino evangélica[34].
En un contexto donde el hombre es desvalorizado  o  instrumentalizado, la Iglesia no puede dejar de ofrecer su palabra para defender la profunda identidad del hombre. La urgencia es evidente porque existe la necesidad de promover el respeto por el hombre en un ambiente en que las estructuras sociales se ponen como obstáculo.
Haciendo un esfuerzo de síntesis de la propuesta de Puebla, podemos decir lo siguiente:
En la Conferencia de Puebla, se propone como tema: la evangelización en el presente y futuro de América Latina; ya el tema dice la perspectiva desde la cual y para la cual se quiere reflexionar. En este contexto se tiene conciencia que la promoción humana es parte sine qua non de una verdadera evangelización, como lo dijo Pablo VI en la Evangelii Nuntiandi. Puebla, en 1979, con una mayor claridad y sistematización,  desde las orientaciones dadas por el Papa Juan Pablo II, en su discurso inaugural en la Conferencia, hace una excelente reflexión de la «verdad sobre el hombre»[35], que se presenta en clara continuidad con aquella verdad de la cual hablaba Gaudium et Spes. Ya el Papa Juan Pablo II, en el discurso inaugural, había ofrecido los contenidos de la evangelización; y, en el contexto de los contenidos de la evangelización, Puebla nos presenta la verdad sobre Jesucristo, la Iglesia y el hombre[36].
Se trata, pues, de hacer una contextualización del mensaje, Para realizar esta misión es necesario un claro deseo de inculturación, que sirva de inspiración constante.


b) Por la urgencia de la evangelización

Con el Concilio Vaticano II, la Iglesia recibió un impulso providencial para la evangelización. El Papa Pablo VI se encargó de dar continuidad a este dinamismo con sus palabras, escritos y viajes, que despertaron una profunda inquietud sobre la realidad y la urgencia de la evangelización[37].
El Papa Juan Pablo II, por su parte, con toda la herencia recibida impulsó con nuevas fuerzas la nueva evangelización, también con  sus viajes y sus incontables  iluminadoras palabras sobre el tema.
Es interesante notar que la urgencia de la evangelización –o de la nueva evangelización– va dirigida hacia hombres concretos en situaciones históricas específicas. En este sentido, se exige una atención especial al ser humano que recibe la Palabra y que responde a ella, precisamente porque el anuncio de la Palabra es anuncio de salvación, y la salvación es para el ser humano[38].
El modelo eclesiológico que presenta Puebla determina su orientación hacia el hombre al cual se dirige: se trata de la Iglesia-servicio que se empeña en el crecimiento del hombre, pero más concretamente del «no-hombre» latinoamericano, buscando su plena realización, según el proyecto que propone la fórmula evangélica del «Reino de Dios», así lo expresa Puebla: «El gran ministerio o servicio que la Iglesia presta al mundo y a los hombres en él es la evangelización, la Buena Nueva de que el Reino de Dios, Reino de justicia y paz, llega a los hombres en Jesucristo»[39]. Por tanto, la Iglesia sirve evangelizando, particularmente a los pobres[40]. Por eso, Puebla relaciona los contenidos de la evangelización de este modo: verdad sobre Cristo, sobre la Iglesia, sobre el hombre.
Por tanto, la denuncia de la pobreza injusta y la opción por los pobres son indudablemente evangelizadoras en nuestro mundo[41]. Esto es lo que hace la Iglesia latinoamericana como un testimonio concreto y permanente de anuncio del evangelio.
Al hombre se le comprende como destinatario de la evangelización que promueve la Iglesia, es decir que la antropología se entiende en relación con la eclesiología. Desde Medellín se venía  pensando en una «Iglesia comprometida con la realidad global del hombre y de la historia [...] esencialmente evangelizadora del Reino, promotora del hombre, liberadora de los pueblos. Una Iglesia que se interesa por la totalidad del hombre y de la historia. Pero sólo desde la fe y el Evangelio. Porque le interesa esencialmente Dios, intenta reflejar a Cristo y se deja penetrar hondamente por el Espíritu»[42].


7. Conclusión

Queremos concluir afirmando la necesidad de una conversión eclesial, para entender con más profundidad que la evangelización siempre requiere una orientación humilde hacia el otro, para aprender y para ayudarlo. Implica también la necesidad de la denuncia de los males, la urgencia de una palabra profética frente a las causas de los problemas de injusticia que dañan directamente la dignidad humana.
Es importante destacar la relación directa de la nueva evangelización con la promoción humana. No puede haber evangelización si no hay promoción humana. Es decir que, para que exista una auténtica evangelización, se requieren algunos requisitos mínimos: el anuncio del nombre, la doctrina, la vida, los signos, las promesas, el reino, el misterio de amor de Jesús, Hijo de Dios. Todo esto porta, concretamente en América Latina, a la única respuesta seria y evangélica que encarna la opción de amor preferencial por los pobres.
La opción por el hombre es una base fundamental para poder impulsar una verdadera evangelización. Sólo una opción por el hombre, en sus diversas concreciones, puede ser signo de credibilidad del anuncio del evangelio.




Bibliografía:

Libros:
Cheuiche A.C., El Hombre en Puebla, Bogotá: CELAM, 1979.
Comblin J., Antropologia Cristiana, Assisi: Cittadella, 1987.
Gallagher M.P., Fede e cultura. Un rapporto cruciale e conflittuale, Milano: San Paolo, 1999.
Gallo L.A., Il cammino del Vangelo nel Continente della speranza, Roma: Libreria Ateneo Salesiano, 2005.
Jiménez Carvajal J., Puebla y los Derechos Humanos, Bogotá: CELAM, 1980.
Kloppenburg B., Puebla: la verdad sobre el hombre, CELAM, 1980.
Lorda  J.L., Antropología cristiana. Del Concilio Vaticano II a Juan Pablo II, Madrid: Ediciones Palabra, 19963.
Ruiz Arenas O., La doctrina antropológica de Puebla. Hacia un humanismo de comunión y participación, Roma: PUG, 1992.

Artículos de Revistas:
Bigo P., «Medellín, Puebla, Santo Domingo frente al desafío de la Modernidad», Medellín 58-59 (1989) 218-225.
Corripio Ahumada E., «Puebla y Medellín, un nuevo enfoque en la pastoral de América Latina», Medellín 58-59 (1989) 95-113.
Gutiérrez R. – Cordoba J.V., «Puebla: la opción por los jóvenes», Theologica Xaveriana 51-52 (1979) 309-313.
Hoyos Vásquez J., «La imagen del hombre en Puebla», Theologica Xaveriana 51-52 (1979) 109-124.
Pastor F.A., «La Iglesia en América Latina y la “Teología de la Liberación”. Un balance teológico», Studia Missionalia XLV (1996) 283-305.
Sánchez Rojas G., «El Señor Jesús y el misterio del hombre: reflexiones sobre Gaudium et Spes 22», Revista Teológica Limense 36 (2002) 3, 301-328.
Segundo J.L., «La opción por los pobres como clave hermenéutica para entender el Evangelio», Sal Terrae 6 (1986) 473-482.
Sobrino J., «Los Documentos de Puebla serena afirmación de Medellín», Estudios Centroamericanos 34 (1979) 125-138.
Id., «Los vientos que soplaron en Santo Domingo y la evangelización de la cultura», Revista Latinoamericana de Teología 27 (1992) 273-292.
Vélez N., «Puebla: la opción por los pobres», Theologica Xaveriana 51-52 (1979) 299-307.


            Documentos Eclesiales:

Concilio Vaticano II, Constitución pastoral Gaudium et Spes, 7 de diciembre 1965.
Pablo VI,Evangelii Nuntiandi, AAS 68 (1976) 5-76.
II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Medellín. Conclusiones: La Iglesia en la actual tranformación de América Latina a la luz del Concilio, Bogotá: CELAM, 200218.
III Conferencia General del Espiscopado Latinoamericano, Puebla: La evangelización en el presente y futuro de América Latina, Santafé de Bogotá: CELAM, 200010.


[1] Cfr. F.A. Pastor, «La Iglesia en América Latina y la “Teología de la Liberación”. Un balance teológico», Studia Missionalia XLV (1996) 286. Específicamente el motivo antropológico lo explica así: «Un empeño por traducir en la sociedad y en la cultura, la exigencias de la antropología cristiana, en su visión del hombre como creado “a imagen y semejanza” de la bondad divina, contemplando en el Cristo, y en el misterio de la encarnación redentora y divinizadora, el paradigma teológico de todo proceso eclesial de inculturación y liberación».
[2] Cfr. M.P. Gallagher, Fede e cultura. Un rapporto cruciale e conflittuale, Milano: San Paolo, 1999, 111: «Forse tre grandi principi hanno guidato la riflessione teologica sulla cultura nel cattolicesimo degli ultimi decenni. In primo luogo, la cultura è vista come un contesto della trascendenza umana, cioè dell’incontro creativo con Dio. Inoltre, la cultura, dal momento che è tutta una costruzione umana, rimane una fonte di ambiguità sempre bisognosa di discernimento e di purificazione. Infine, la cultura di qualsiasi luogo o tempo svolge necessariamente un ruolo essenziale nella mediazione della fede alla gente, in seno a contesti diversi di ricettività del vangelo».
[3] Cfr. A.C. Cheuiche, El Hombre en Puebla, Bogotá: CELAM, 1979, 9-11.
[4] Precisamente la introducción a las Conclusiones del Documento de Medellín inicia afirmando que la Iglesia «centró su atención en el hombre de este continente, que vive un momento decisivo de su proceso histórico. De este modo ella no se ha “desviado” sino que se ha “vuelto” hacia el hombre, consciente de que “para conocer a Dios es necesario conocer al hombre”»; citando las palabras del Papa Pablo VI en su Discurso de Clausura del Concilio Vaticano II, 7 de diciembre de 1965.
[5] Cfr. J.L. Lorda, Antropología cristiana. Del Concilio Vaticano II a Juan Pablo II, Madrid: Ediciones Palabra, 19963.
[6] Al respecto J.L. Lorda dice: «Juan Pablo II, siguiendo las inspiraciones del Concilio Vaticano II, ha querido que la doctrina cristiana sobre el hombre sirva de base para el diálogo que la Iglesia ofrece al mundo moderno, y es una de las claves de su nueva evangelización. Haciendo un eco a la enseñanza de Gaudium et Spes, podemos decir que la doctrina cristiana sobre el hombre ofrece un fundamento para la dignidad humana, impulsa la construcción de la sociedad de personas y ofrece un criterio para juzgar y promover el progreso humano. Todo esto forma parte de lo que la Iglesia puede decir al mundo, todo esto es también un camino para que el mundo descubra la verdad profunda sobre el hombre, que está en el seno de la Iglesia: la verdad que lo relaciona con Dios, con el misterio de la salvación», en Ibid.,  239-240.
[7] Es interesante cómo la Conferencia en Puebla no tenía planificado enfatizar en la reflexión sobre el hombre; en sus documentos preparatorios ―Documento de Consulta y Documento de Trabajo― sólo querían enfatizar la cristología y la eclesiología, pero con la intervención del Papa Juan Pablo II ―su Discurso Inaugural, AAS 71 (1979) 187-205―  en la inauguración de la Conferencia, se vio la necesidad de profundizar en el tema antropológico; este es el comentario que hace uno de los protagonistas de la Conferencia: B. Kloppenburg, Puebla: la verdad sobre el hombre, Bogotá: CELAM, 1980; O. Ruiz Arenas, La doctrina antropológica de Puebla: hacia un humanismo de comunión y participación, Roma: PUG, 1992, 26-31; P. Poupard, «El humanismo cristiano de Juan Pablo II», Ecclesia III (1989) 281-284.
[8] Se debe aclarar que Santo Domingo, no habla tanto de opción, sino de «líneas pastorales prioritarias», esto, sin embargo, mantiene una orientación hacia el hombre. Cfr. F. Santoro, «Santo Domingo: la novedad de un método», en Vv. Aa., Santo Domingo. Análisis y Comentario, Lima: Vida y Espiritualidad, 1994, 194.

[9] Cfr. G. Gutiérrez, «Actualidad de Medellín», Revista Latinoamericana de Teología 15 (1998) 45, 223.
[10] Cfr. GS, n. 3: «Es la persona del hombre la que hay que salvar. Es la sociedad humana la que hay que renovar. Es, por consiguiente, el hombre; pero el hombre todo entero, cuerpo y alma, corazón y conciencia, inteligencia y voluntad, quien será el objeto central de las explicaciones que van a seguir».
[11] MED, Pobreza de la Iglesia, n. 7.
[12] MED, Pobreza de la Iglesia, n. 11.
[13] DP, n. 1134: «Volvemos a tomar, con renovada esperanza en la fuerza vivificante del Espíritu, la posición de la II Conferencia General que hizo una clara y profética opción preferencial y solidaria por los pobres, no obstante las desviaciones e interpretaciones con que algunos desvirtuaron el Espíritu de Medellín, el desconocimiento y aún la hostilidad de otros. Afirmamos la necesidad de conversión de toda la Iglesia para una opción preferencial por los pobres, con miras a su liberación integral».
[14] DP, n. 1156; Cfr. N. Vélez, «Puebla: la opción por los pobres», Theologica Xaveriana 51-52 (1979) 299-307.
[15] J. Sobrino, «Los Documentos de Puebla serena afirmación de Medellín», Estudios Centroamericanos 34 (1979) 137.
[16] Cfr. DP, nn. 1134-1165.
[17] Cfr. DP, n. 15ss.
[18] DP, n. 1145.
[19] DP, n. 1147: «El compromiso con los pobres y los oprimidos y el surgimiento de las Comunidades de Base han ayudado a la Iglesia a descubrir el potencial evangelizador de los pobres, en cuanto la interpelan constantemente, llamándola a la conversión y por cuanto muchos de ellos realizan en su vida los valores evangélicos de solidaridad, servicio, sencillez y disponibilidad para acoger el don de Dios».
[20] DP, n. 1153.
[21] MED, Juventud, nn. 1-20.
[22] MED, Juventud, n. 9.
[23] Cfr. DP, nn. 1166-1205.
[24] Cfr. DP, n. 1182; R. Gutiérrez – J.V. Tordoba, «Puebla: la opción por los jóvenes», Theologica Xaveriana 51-52 (1979) 309-313.
[25] Cfr. R. Gutiérrez – J.V. Tordoba, Ibid., 356.
[26] DP, n. 1183.
[27] DP, n. 1185.
[28] DP, nn. 571-581.
[29] DP, n. 569: «Nos complace abordar el tema de la familia como sujeto y objeto de evangelización».
[30] DP, n. 590.
[31] DP, nn. 582-589.
[32] GS, n. 41.
[33] Cfr. Sal 8,6-7; Mc 2,27-28.
[34] Cfr. P. Bigo, «Medellín, Puebla, Santo Domingo frente al desafío de la Modernidad», Medellín 58-59 (1989) 218-225.
[35] Se trata de la  parte tercera del documento en la que se habla sobre los contenidos de la evangelización, la «verdad sobre el hombre» es contenido de la evangelización, esta parte se presenta en los nn. 304-339. En esta parte se cita cinco veces Gaudium et Spes.
[36] DP, n. 304: «visión cristiana  del hombre, tanto a la luz de la fe como de la razón, para juzgar su situación en América Latina en orden a contribuir a la edificación de una sociedad más cristiana y, por tanto, más humana».
[37] Cfr. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, AAS 58 (1976) 5-76.
[38] Cfr. Ibid., n. 29: «La evangelización no sería completa si no tuviera en cuenta la interpelación recíproca que en el curso de los tiempos se establece entre el Evangelio y la vida concreta, personal y social, del hombre».
[39] DP, n. 679.
[40] DP, nn. 224: «Pero la Iglesia es también depositaria y transmisora del Evangelio. Ella prolonga en la tierra, fiel a la ley de la encarnación visible, la presencia y acción evangelizadora de Cristo. Como El, la Iglesia vive para evangelizar. Esa es su dicha y vocación propia»; Cfr. L.A. Gallo, Il cammino del Vangelo nel Continente della speranza, Roma: Librería Ateneo Salesiano, 2005, pp. 130-134. El Autor  hace un análisis breve del significado de la evangelización como servicio en Puebla, dice que Puebla usa el término evangelización en tres sentidos: 1) como «decir» el Evangelio, que no pertenece al orden del fin; 2) el segundo significado sería «vivir» el evangelio, como fin; 3) el último, «realizar» el Evangelio.
[41] Cfr. J. Sobrino, «Los vientos que soplaron en Santo Domingo y la evangelización de la cultura», Revista Latinoamericana de Teología 27 (1992)  281.
[42] E.F. Pironio, En el Espiritu de Medellín. Escritos Pastorales Marplatenses, II, Buenos Aires: Editora Patria Grande, 1973, 49.

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