lunes, 10 de octubre de 2011

Ventana Misionera n. 26. La misión es un acto comunitario. No dejar solo al misionero.




Por: Pbro. Edgardo Rodríguez.
Rosita (Nicaragua). Viernes 7 de octubre de 2011. Venimos llegando de la comunidad de El Pejibaye, del municipio de Bonanza. Esta vez me acompañó el futuro Diácono Cristóbal. Fue una caminada de 4 horas, ida y regreso. Los guías nos dijeron que nos llevarían por un camino mas seco, pues por el otro estaban jalando madera y está batido.
Debido a que estaba enfermo desde hace una semana, después de una hora de camino, me sentí cansado pero no podía detenerme. De pronto me señalaron una casa de palma y me dijeron si podía pasar a ver a la catequista de Bautismo de la comunidad, que había sido picada por una serpiente “de las propias”. Entre sólo, por aquello de algunas creencias de la región y me recordé del los otros trabajadores que han fallecido por las mismas causas y… me faltaron palabras…
Ya en la capilla había ambiente de fiesta, era la primera vez que celebraban a su patrona con una Misa. Tenían preparados 1 matrimonio, 4 primeras comuniones y 5 confirmaciones. Entre los de la primera comunión tres de ellos eran adultos. Revisé los apuntes y confesé sacando fuerzas de la misma debilidad… Pero gracias a Dios, en palabras que no dicen nada y lo dicen todo, “estuvo muy bonito”.
Al llegar a la ciudad, todavía llegamos a tiempo de descansar y bañarnos antes de la misa del pueblo. Pensé en la próxima parroquia que recibiremos…
Monseñor David, estuvo este fin de semana con nosotros y nos explicaba que la parroquia de Rosita abarca dos municipios: Rosita y Prinzapolka. Fui a ver el mapa y descubrí que la parroquia será casi del tamaño de la mitad de El Salvador. Sólo que menos poblado.
Monseñor nos insistía que debemos ir a la zona de Prinzapolka y explorar un poco la región río abajo, llegando hasta el mar; que nos contactemos con gente de Alamikamba (la cabecera del municipio) e investiguemos si hay comunidades católicas en otros poblados. Nos dio unos números telefónicos y nos recomendó también que buscáramos al diácono permanente de Bilwi, que habla miskito, para que nos ayude o el mismo haga el recorrido por la zona; nos decía que si no hay llegada por el rio, que habláramos con los de Bilwi, tal vez ellos pueden entrar por el mar con más comodidad… Oía todas las indicaciones del Señor Obispo Auxiliar y en mi cabeza pensaba “ojalá que mi Diócesis no me deje sólo…”.

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