jueves, 1 de marzo de 2012

El Dr. Carlos Gregorio López Bernal publica libro





El evento se realizó este jueves, 1 de marzo en la ex-casa Dueñas.


Carlos Gregorio López Bernal


Mármoles, clarines y bronces. Fiestas cívico-religiosas en El Salvador, siglos XIX y XX.

Secretaría de Cultura de la Presidencia-Dirección Nacional de Investigaciones en cultura y artes.

Editorial Universidad Don Bosco

2011

I. SALUDO E INTRODUCCIÓN

Expreso mis saludos a…

· Dr. Sajid Herrera, encargado de la Dirección Nacional de Investigaciones en cultura y artes.

· Dr. Humberto Flores, encargado de la Editorial Universidad Don Bosco.

· Dr. Carlos Gregorio López Bernal, autor del texto que estamos presentando.

· Respetable público.

II. LA ESTRUCTURA DEL LIBRO

Me alegra que el Dr. Carlos Gregorio López Bernal publique el presente texto y con gusto lo he comentado.

La obra consta de una introducción, de tres capítulos y un epílogo. En el primer capítulo –titulado La patria en el corazón- el autor se detiene a considerar las celebraciones de la independencia en El Salvador entre 1824 y el 2009. El segundo capítulo –titulado Fiesta, religiosidad y civismo- el autor analiza las festividades del Salvador del Mundo a mediados del siglo XIX. En fin, el tercer capítulo, con el título “…quisieron que en mármoles y bronces se perpetuara el recuerdo”, se analizan las fiestas del Centenario de la independencia en El Salvador, de noviembre de 1911.

III. LAS IDEAS QUE RESALTO DEL LIBRO

No está a mí explicar el sentido de las ideas que encuentro en el texto del Dr. Bernal, pero me interesa resaltar algunas de ellas para motivarles a la lectura de este trabajo.

1. Las tradiciones inventadas y la comunidad política imaginada

El calificativo de “acción oficial” aplicada a la celebración de la independencia patria, que dimana del gobierno, y que se ejecuta bajo forma de presión sobre los subalternos, obliga al poder estatal a justificar dicha presión.

En la perspectiva de Steven Palmer, Gregorio remite a lo que Eric Hobsbawm llama la “invención de tradiciones”. Se trata de tradiciones de muy corto origen, promovidas por los gobiernos, pero que son presentadas como tradiciones de grande abolengo, envueltas en pompa y un fuerte sentido simbólico; otras, en cambio, son totalmente inventadas, manteniendo –eso sí- la severidad y respeto que toda liturgia reclama. Esto, como bien lo demuestra Gregorio, decanta en una religión cívica, con su panteón propio y sus propios ritos.

La invención de una tradición en vistas a la cohesión de un sistema político bajo la categoría de nación es la concepción casi natural y biológica de la idea que sostiene el propósito en ella implícito. El resultado normal es un ejercicio de imaginación política, hasta llegar a concebir lo que Benedict Anderson llama la comunidad política imaginada. Según López Bernal dichas conmemoraciones casi nunca se ajustan a la historia, a veces incluso la contradicen. En la celebración lo importante no es el “hecho histórico” en sí, sino la imagen que de él se construye posteriormente, los significados que los hombres del presente atribuyen a los hechos del pasado.

2. Lo indígena y los mitos fundadores de la nación

El segundo aspecto que quiero resaltar lo planteo en forma de pregunta: ¿qué es lo que dificulta la invención de tradiciones? De momento lo dificulta el sentido mismo de la tradición, dado que si la palabra supone entregar algo, vista en su sentido latino como tradere, entonces la entrega se debe dar inevitablemente entre las categorías de la anterioridad, la continuidad y la posterioridad. En esto cito a Gregorio: …la ceremonia…al convocarnos, nos recuerda lo que fuimos, nos afirma en lo que somos, y posiblemente prefigura lo que seremos. Y en modo más sintético: De la dinámica entre el cambio y la continuidad se nutren las identidades.

Además del sentido del concepto de tradición, lo que dificulta la invención de tradiciones son los agentes no deseados en ella implicados; el más determinante de ellos es el la cuestión indígena, porque todo lo que ha nacido ahí, es decir lo indígena, tiene precedencia con respecto de aquello que es pura invención. Pero lo indígena, en la historia latinoamericana, ha acumulado por lo menos tres expresiones de la tradición, en primer lugar, la tradición de los ancestros de su propia cultura, en segundo lugar, la tradición cristiano-occidental del período colonial y, últimamente, las tradiciones inventadas.

De ahí que la afirmación de lo indígena en el presente es una camino intransitable para el inventor de tradiciones, volver a las raíces histórico-antropológicas se traduce para él en su propia muerte. La tradición actual inventada pretende ser un estadio superior, con respecto al estado anterior considerado como primitivo. Gregorio cita la obra Elementos de Pedagogía de Francisco Esteban Galindo de 1887, que reza del siguiente modo:

Las muchedumbres indígenas, incapaces en su actual condición de elevarse a las altas nociones de la libertad y del derecho, gravitan hacia el pasado, propenden al antiguo régimen, son reaccionarias por naturaleza, y un instrumento de trastorno siempre al alcance de los oscurantistas, pues si no saben pensar como colectividades de hombres, saben si pelear como jaurías de leones. Ellas son las aliadas naturales de todos los gobiernos retrógrados.

La única excepción a lo dicho se da cuando un gobierno utiliza a los indígenas para justificar su política, como bien lo ha demostrado Lara Martínez en su texto La política del martinato. Es decir, primero les asesino y luego predico y promuevo su causa

3. La religión cívica

En este aspecto, la escuela ―pública y privada― es el instrumento privilegiado para promover y cultivar la religión cívica. En ella es que se difunde el culto a los símbolos patrios, es decir, el patriotismo como virtud necesaria en toda comunidad política. Si nos ponemos a pensar, en El Salvador hemos tenido presidentes que no sólo han rendido culto a la bandera salvadoreña, sino que han necesitado besar la bandera de otro país para poder aplacar su devoción cívico-militar.

En este contexto, el culto a los símbolos patrios parece patrimonio exclusivo de los militares. Y el hecho que los niños participen de ese derecho militar aparece como una alegoría de la guerra, que busca despertar el espíritu bélico en las nuevas generaciones para que estén dispuestas a defender la patria. Así se explica –dice Gregorio- por qué el juramento a la bandera era exigido solamente a los varones.

Se trata en este punto de la relación que se establece entre religión y civismo. Este elemento no ha sido perturbado en El Salvador ni siquiera en los períodos de clara tendencia liberal, como la década de 1870. Ni ha producido algún efecto significativo el reciente descubrimiento de un ojo visor de talante masónico en el mosaico de la catedral y, naturalmente, presente también en los billetes de a dólar de la limosna.

Que yo sepa, el único período en el que la distinción de estos aspectos se acentuó fue cuando el arzobispo Oscar Romero intentó ser fiel a la independencia de poderes viviendo su ministerio episcopal en la línea de la pobreza evangélica y la denuncia profética del pecado; en este caso, el poder civil agredió violentamente al poder religioso hasta matar al arzobispo y a varios de sus colaboradores.

Pero, como bien demuestra el Dr. Bernal, estos casos no han tenido el suficiente impacto en la correlación cívico-religiosa como para poder hablar de una clara afirmación de lo específico secular y lo específico religioso. Más bien se retorna a lo que dice una nota periodística de 1855:

Es la idea de la independencia, y del gobierno bajo las alas misteriosas y celestiales de una religión eminentemente social. Es la unión feliz del sentimiento religioso con el nacional, la armonía del interés eterno pero fuera de la vida, con el interés terreno pero actual, positivo y grande de los negocios públicos.


4. Lo simbólico y lo munumental en la conformación de la nación

Lleva razón Bolívar Echeverría cuando afirma que es el carácter político del animal humano lo que hace de él, inmediatamente, un ser semiótico. Los que habitamos la polis somos descendientes de Caín, el primer hombre que fundó una ciudad como enclave donde se afirma el anthropos de frente al Theos. La ciudad no es un lugar físico, sino un lugar simbólico y los que la habitamos ―conscientes o no― participamos de esa simbolicidad.

Por ello, todas las religiones -incluso la “religión cívica”- necesitan recurrir a la mediación simbólica para perpetuarse en la conciencia de sus adeptos y en el contexto socio-histórico. Lo simbólico, en su acepción griega, es aquello que une, así como lo diabólico divide y lo parabólico se expande.

Los llamados símbolos patrios y los monumentos conmemorativos buscan captar la atención del pueblo, para que los acepte y crea en ellos como elementos configuradores de la indentidad nacional. Si las virtudes cristianas configuran al cristianismo, del mismo modo las virtudes cívicas configuran la religión cívica. Así se explica el origen de la bandera e incluso el que exista una oración a la bandera; la plaza libertad emula -con evidente modestia- el enorme altar de la patria de la Plaza Venecia en Roma, haciendo contrapeso a la Basílica de San Pedro en territorio vaticano.

Considero que es el capítulo tercero el que concentra el aporte específico del texto del Dr. Bernal. En ese capítulo, el monumento es presentado como un acontecimiento fundador de la república, que a la vez afirma la memoria histórica. De hecho, el libro busca poner de manifiesto no la independencia, sino la manera en que los salvadoreños conmemoran la independencia y, en modo específico, cómo celebran los hechos del 5 de noviembre de 1811. La tesis fundamental del Dr. Bernal es que, si bien esa celebración se apoyó en la historia, hasta terminar construyendo un canon historiográfico, sin embargo no se ajusta al rigor de la construcción del conocimiento histórico.

A partir de la página 105 hasta el epílogo, el Dr. Bernal inicia un verdadero exorcismo de la religión cívica.

Bueno, estamos en cuaresma y espero me permitan el uso de esta terminología.

El autor se pregunta metódicamente: ¿De dónde surge la imagen e un movimiento popular conocido como el “Primer grito de independencia” y que con tanto entusiasmo se celebró en 1911?

Carlos responde diciendo que en realidad es un mito de la historia, o mejor dicho, una “tradición inventada” que comenzó a formularse en los años previos a 1911 y que tomó fuerza al encontrar un grupo de intelectuales que no solo elaboró una narrativa histórica, sino que lideró todo un proyecto cívico-festivo que se concretó en una intensa semana de celebraciones en la que se develaron importantes monumentos cívicos que se convirtieron desde entonces en “lugares de memoria” que congregan a los salvadoreños para conmemorar su pasado y por ende fortalecer su historia e identidad.

Estamos ante el nacimiento de un nuevo canon historiográfico liberal-nacional.

El Dr. Bernal –y lo mismo Lara Martínez- reportan pruebas en torno a las voces disonantes congregadas en el Ateneo de El Salvador, con una visión diferente y bastante crítica sobre los mismos hechos, lo cual permite pensar que la configuración de la nación no escapa a la dialéctica que imponen los factores implicados en la complejidad del fenómeno social. Al respecto hay que anotar que sus voces son ahogadas en la euforia de la efeméride, aunque Alberto Masferrer –en la perspectiva de los del Ateneo, en su Ensayo sobre el desenvolvimiento político de El Salvador- ya desde 1902, había argumentado correctamente contra las visiones más patrióticas de la historia nacional.

IV. Valoración crítica

No me resta, sino congratularme con el autor e invitarles a ustedes a la lectura no sólo de este libro, sino de la obra, en sentido amplio, del Dr. Bernal.

Por este camino vamos hacia la adquisición de un sentido menos triunfalista del concepto de patria. A equilibrar la visión puramente sentimental de la realidad con un esfuerzo más racional de profundización de la misma. Me resulta inevitable pensar en este momento en la selección nacional de futbol de El Salvador (no la de playa, sino la que juega en el Cuscatlán), porque es un buen ejemplo de lo que estamos diciendo; los miles de espectadores saben que el gane de su selección depende más del sentimiento nacionalista, de la fe y de la devoción que ellos pongan en los jugadores, que del conocimiento téctino que ellos tengan acerca de futbol.

Creo que, siguiendo a Bolívar Echeverría, se puede identificar uno de los factores que posibilita superar, en cierto modo, la permanente invención de tradiciones. Él dice:

El ciudadano es el habitante de la sociedad como estado, como sociedad propiamente política. El burgués, en principio, no está dispuesto a ser ciudadano: es más, está más bien dispuesto en contra de la ciudadanía. Preocupado por sus intereses privados, sólo percibe los intereses de la comunidad en calidad de ventajas y obstáculos para los primeros. Para él, incluso, la mejor manera de velar por los intereses de la comunidad consiste en que cada quien vele por los propios: la “mano oculta” del mercado se encarga de quintaesenciar los egoísmos privados en bien público. La constitución de la sociedad política implica así una metamorfosis radical, una transfiguración esencial del escenario de la sociedad burguesa: el descubrimiento de un horizonte que está completamente cerrado y negado en ella, el de la polis o comunidad en la que lo humano prevalece sobre lo animal, lo social sobre lo natural, y que por lo tanto no está restringida a los límites de una nación o una colectividad local sino que se abre en principio a todo el género humano.

Un par de preguntas, que también le refiero a Carlos a modo de diálogo y que comparto con ustedes:

¿Existe algún tipo de relación entre la identidad nacional fundada en tradicines inventadas y la situación socio-política que está viviendo nuestro país?

¿Qué beneficio puede sacar una persona al saber que por décadas su identidad nacional se ha fundado en mitos y en tradiciones inventadas?

¿Es viable en El Salvador un proceso de desmitifiación de la religión cívica?

¿Cuánto pesa la ideología de la religión en la sociedad salvadoreña?

LA UNIVERSIDAD DONDE TRABAJO EN EL SALVADOR

LA UNIVERSIDAD DONDE ESTUDIE Y DONDE INICIE LA DOCENCIA

Seguidores