Por: Juan Vicente Chopin.
La positio super martyrio del
arzobispo Mons. Romero es una de las más extensas que se conoce. Cuenta con
1,167 páginas y un anexo iconográfico[1].
Esa cantidad de páginas da fe de lo difícil que fue para la Iglesia aprobar su martirio
y su consiguiente beatificación.
El Relator General de la causa, Vincenzo Criscuolo, describe el proceso
como accidentado, caracterizado por interrupciones y pausas, por concesiones y
suspensiones del nihil ostat y por
otras decisiones dilatorias, resueltas al final con actitudes y decisiones
plenamente positivas, subrayadas y claramente manifestadas en las
intervenciones de los sumos pontífices Benedicto XVI y Francisco[2].
El Relator General adelanta la mano asesina que privó de su vida a Mons. Romero:
«era el odio profundo de la represión oligárquica que armó la mano del asesino»[3].
Dicho positivamente, a O. A. Romero lo mataron por su amor a la justicia y por
su profunda caridad hacia los más débiles. Su defensa de los derechos humanos
no se inscribe simplemente en una conciencia social o humanitaria, sino que lo
hace desde una postura eminentemente evangélica. La acusación de politización
de sus acciones proviene de sus detractores, entiéndase, los que estaban en ese
momento pisoteando los derechos de los salvadoreños y en concreto los derechos
de los más pobres.
La historia de la causa de beatificación relativa a la declaración de
martirio aplicada al Siervo de Dios Mons. Romero da inicio en 1993.
Concretamente, el 24 de marzo de 1993, el postulador diocesano enviaba al arzobispo
de San Salvador el Supplex libellus, es
decir, la petición formal para poder
dar inicio a la causa. Por su parte, la Congregación para la Doctrina de la Fe
da su nihil obstat, el 9 de junio de
1993.
Desde sus inicios la causa tiene dificultades para avanzar. La Congregación
para el Clero recomienda, el 1 de julio de 1993, que de iniciar con esa causa,
se estudie atentamente la documentación relativa al caso que ellos poseen en dicha
congregación. El 3 de julio de 1993, Monseñor Jean-Louis Tauran comunica que el
Papa ha dado su nihil obstat para
empezar la causa. El 10 de julio de 1993, la Congregación para los Obispos
dictamina que parecía oportuno sobreseer la apertura de la causa por un cierto
tiempo, con el fin de no abrir contenciosos que se vivían, según ellos, tanto
en El Salvador, como en el área centroamericana. Sin embargo, el 13 de
septiembre de 1993 la Secretaría de Estado, que había recibido notificaciones
discordantes respecto de la apertura de la causa, informa que si el Papa ha
dado ya su nihil obstat que sería el
desenvolvimiento del proceso mismo el que pondría de manifiesto los problemas
que pudieran afectar la figura de Mons. Romero. Así, el 22 de septiembre de
1993 llega el nihil obstat ex parte
Sanctae Sedis. El decreto de inicio de la causa es del 24 de marzo de 1994.
En cambio, la investigación diocesana acerca del martirio del Siervo de Dios se
realiza entre el 24 de marzo de 1994 y el 1 de noviembre de 1995.
El 20 de noviembre de 1996 se nombró como Postulador de la causa a Monseñor
Vincenzo Paglia. El 25 de noviembre de 1996 llega el Decreto de Apertura del
Proceso diocesano sobre el martirio del Siervo de Dios Mons. Romero.
El 26 de abril de 1997, la Congregación para el Clero, regida por Darío
Castrillón Hoyos desde el 15 de junio de 1996, advierte a la Congregación para
las Causas de los Santos que Mons. Romero era instrumentalizado, además se
afirma que el padre jesuita Jon Sobrino y otras personas habían construido una
personalidad ficticia del Siervo de Dios, imagen que habría sustituido a la
persona real en los medios de comunicación. Y se hacía la petición explícita
de aplazar, al menos durante un largo
período, la promoción de la causa. Probablemente estas observaciones obligaron
a la Congregación para las Causas de los Santos a recomendar cautela en las
investigaciones relativas al martirio formal y material del Siervo de Dios. En
todo caso, el 4 de julio de 1997, el proceso diocesano recibía el decreto de
validez. Así, el 10 de julio de 1997, el Congreso Ordinario de la Congregación
para las Causas de los Santos deja la causa en manos del Relator, el padre
Daniel Ols.
Cuando ya se estaba elaborando la Positio,
el 3 de marzo de 1998, la Congregación para la Doctrina de la Fe escribe, con
firma del entonces cardenal Joseph Ratzinger, a la Congregación para las Causas
de los Santos, manifestando que había recibido documentación sobre Mons. Romero,
que después de estudiarla, lo llevaba a la decisión de hacer un detallado
estudio de las homilías del arzobispo Mons. Romero. De modo que no obstante el nihil obstat del 9 de junio de 1993 en
lo tocante a de vita et de moribus (vida
y costumbres), se invitaba al Dicasterio que lleva la causa a suspender el iter de la causa de canonización hasta la conclusión de susodicho
estudio.
Con esto, la espera se prolonga y once años después, el 15 de noviembre de
2004, el cardenal Joseph Ratzinger, escribe al cardenal José Saraiva Martins,
entonces prefecto para la Congregación para las Causas de los Santos, diciendo
que la Congregación para la Doctrina de la Fe, después de estudiar
detenidamente la documentación, decide hacer entrar en un Dilata (dilatar, posponer) la
causa de beatificación de Mons. Romero. El motivo es que no obstante se
considera ortodoxa la expresión de la fe del arzobispo, todavía la visión del
marxismo en sus acciones pastorales, producía perplejidad a la Congregación
para la Doctrina de la Fe.
El tiempo se dilata y para el año 2005, el cardenal Joseph Ratzinger es
elegido Papa y se mantuvo en el cargo hasta el 28 de febrero de 2013, fecha de
su renuncia. Siete años después de haber
sido decretado el Dilata de la causa
de Mons. Romero, el 1 de abril de 2011, el cardenal William Levada, prefecto de
la Congregación para la Doctrina de la Fe, escribe al cardenal Angelo Amato,
prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, tras finalizar la
Sesión ordinaria de esa Congregación, le comunica lo siguiente: 1) En los
escritos de Mons. Romero no se aprecian errores doctrinales. Pero se detectan
ambigüedades, más allá de las intenciones del candidato, debidas a influencias
del pensamiento marxista, en lo que toca el método de análisis social y a la
terminología; 2) Se mantienen los riesgos de instrumentalización del pensamiento
y la figura de Mons. Romero; 3) Se mantiene el nihil obstat en lo referente a de
vita et moribus, pero se confirma también el Dilata de la causa. Finalmente, el escrito dice también que el Papa
Benedicto XVI aprobaba las decisiones mencionadas.
La causa se reanuda. A propósito de la carta del cardenal William Levada,
el postulador de la causa de Mons. Romero, informa al Papa Benedicto XVI que se
está en el proceso de estudio acerca de las observaciones ventiladas por W.
Levada, en lo que toca la doctrina y la prudencia del arzobispo salvadoreño. El
Papa, haciendo recurso a la verdad en este caso —pro veritate— revoca el Dilata
que tenía bloqueada la causa y considera que ha llegado el momento de
reanudar el iter de la causa de
canonización del Siervo de Dios. En este sentido y ya en las postrimerías de su
pontificado, habla con Mons. Gerhard Ludwig Müller, que había sido electo
recientemente como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Ahora
bien, G. L. Müller es un prelado muy cercano al contexto latinoamericano y en
algún momento visitó los lugares del martirio de Mons. Romero. Así, el 24 de
abril de 2013 la Congregación para la Doctrina de la Fe revoca el anterior Dilata de la causa.
[1] Congregatio de
Causis Sanctorum, Positio Super Martyrio Ansgarii Arnolfi Romero. Archiepiscopi Sancti
Salvatoris in America in odium fidei, uti fertur, interfecti (24.III.1980), Tipografía
Nova Res, Roma 2014. Aparece como relator general Vincenzo Criscuolo, como
postulador Vincenzo Paglia y como colaborador Roberto Morozzo della Rocca.
[2] Ibídem.,
X.
[3] Ibídem.,
XI.
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