LA FE QUE ACTÚA POR LA CARIDAD
MENSAJE DE LOS OBISPOS CATÓLICOS DE GUATEMALA A LA
IGLESIA
(13 de febrero de 2015)
Nos inspiramos en la palabra de San Pablo a los
Gálatas (Cfr Gal 5,6) para subrayar la importancia de la fe que se muestra en
la caridad.
1. Del 9 al 13 de Febrero, los obispos de la
Conferencia Episcopal de Guatemala nos hemos reunido para celebrar nuestra asamblea
anual. Hemos acogido con alegría al nuevo hermano en el episcopado, Mons.
Carlos Enrique Trinidad Gómez, en cuya ordenación episcopal participamos
compartiendo la alegría y esperanza del pueblo marquense. Recibimos también con
gozo la noticia de la declaración del martirio de monseñor Oscar Arnulfo Romero,
que abre paso a su próxima beatificación. En el año de la vida consagrada nos
congratulamos con todos sus miembros en Guatemala.
2. Queremos reafirmar nuestro compromiso en el acompañamiento
que estamos llamados a prestar a nuestras Iglesias, al estilo que nos recuerda
el Papa Francisco: yendo delante para indicar el camino; en medio, como
caminantes que comparten las mismas alegrías, preocupaciones y esperanzas; y
detrás, para seguir al pueblo, reconociendo el olfato que tiene para abrir
nuevos caminos de vida y esperanza.
Problemas
sociales y ética social
3. Desde esta búsqueda queremos compartir nuestras inquietudes
sobre las preocupantes situaciones de nuestro país, animando a todos a buscar
los mejores caminos para solucionar los problemas que soportamos y que hacen
tan difícil nuestra convivencia.
A partir de nuestra reflexión compartida queremos
animar a todos a poner lo mejor de nosotros mismos para lograr una auténtica conversión
moral y queremos comprometernos a poner nuestros esfuerzos y acciones en ese
camino. A la vista de los problemas sociales que nos afectan, desalientan y
hasta nos deprimen, creemos que el fondo de todos nuestros males está en una
política sin moral que ignora la ética social que, en clave cristiana, se
entiende desde “la caridad, comprendida como el criterio supremo y universal de
toda ética social” (CDS 204). Estamos en un momento en que “la ética suele ser
mirada con un desprecio burlón. Se la considera contraproducente por demasiado
humana, puesto que relativiza el dinero y el poder. Se la siente como una
amenaza, pues condena la manipulación y la degradación de la persona” (EG 57).
4. Frente a este panorama que describe lo que nos
pasa en nuestra vida personal de fe y en la vida de nuestras comunidades, nos decimos
con el Papa: “¡Qué peligroso y qué dañino es este acostumbramiento, que nos
lleva a perder el asombro, la cautivación y el entusiasmo por vivir el
Evangelio de la fraternidad y la justicia!” (EG 179). Denunciamos la inmensa
cantidad de problemas que nos afligen y aprisionan: la corrupción generalizada,
la violencia desenfrenada, la baja calidad de la educación, la crisis en el
sistema de salud, la lenta administración de justicia, la política partidista
que ve más los intereses particulares que el interés general, la dificultad
para generar empleos, el drama de la migración que sustenta a la vez que resquebraja
familias y un larguísimo etcétera, de impotencia. Nos va haciendo sucumbir
incluso en una especie de fatalismo y de derrota... ¡Qué peligroso sería que de
ahí cayéramos en un conformismo perezoso y pasivo! La gracia de la fe, estímulo
de la esperanza
5. En un contexto global de secularización en el
mundo, es admirable y nos anima mucho como pastores, el hondo sentido religioso
de la mayoría de guatemaltecos y guatemaltecas.
Agradecemos a Dios la siembra de su presencia y
llamado en los corazones de hombres y mujeres, adultos y jóvenes, adolescentes
y niños, de estas benditas tierras de Guatemala. Es así especialmente cuando la
confesión de ese Dios toma carne y se nos hace presente en la confesión de
Jesucristo. Jesús es cercano a la vivencia religiosa de muchísimos guatemaltecos
y es fuente de sentido, de esperanza y de consuelo en nuestra existencia
concreta como personas y como pueblo.
Desde la alegría
y la preocupación, preguntas que nos abren horizontes
6. La sincera convicción que nos alegra y anima, se
nos convierte en preocupación e inquietud. Nos preguntamos: ¿Cómo es posible
que esta fe en Jesús no nos lleve a compromisos prácticos para conseguir una
vida digna y plena para todos y cada uno de los guatemaltecos? ¿Por qué nuestra
fe cristiana tiene tan poca incidencia en el cambio social, en el que prácticamente
es irrelevante? Tenemos que suscitar y acompañar procesos de crecimiento en la
fe capaces de hacer crecer esta sensibilidad social. En muchas ocasiones nos hemos
acostumbrado a entender nuestra pastoral como “una sacramentalización sin otras
formas de evangelización” (EG 63).
Necesitamos más creatividad a la hora de dar cauces
concretos a la dimensión social de la evangelización, sin la que “se desfigura
el sentido auténtico e integral que tiene la misión evangelizadora” (EG 176).
Hemos recordado en estos últimos años la misión de evangelizar, pero
necesitamos subrayar que el contenido del primer anuncio tiene una inmediata
repercusión moral cuyo centro es la caridad. (EG 177)
7. Una fe de devociones externas puede consolarnos y
nomolesta, pero no cambia nuestra realidad. Necesitamos fortalecer una fe que
nos meta en el mundo como levadura en la masa. Y “al mundo –nos recordaba el
beato Pablo VI, al final del Concilio – hay que salvarlo desde dentro”.
Despertar de una
fe en estado de letargo
8. Por eso, en este momento de la Iglesia, tenemos
que agradecer al Papa Francisco que abra nuevos caminos a la Iglesia para
despertar a muchos de una fe en estado de letargo. Que se apresure nuestra
salvación es un profundo deseo que todos compartimos. Que “de el Señor nos
viene la salvación” es un reconocimiento de fe que hacemos muchas veces en el
rezo de los salmos. Pero de ahí, si somos auténticos creyentes, no podemos
decir como algunos afirman que “solo Dios puede salvar a Guatemala”. Con San
Agustín tenemos que decir: “Dios que te creó sin ti no te salvará sin ti”. Dios
ha puesto el mundo y la historia en nuestras manos y no quiere prescindir de
nosotros en la construcción de nuestro país conforme al proyecto del Reino
anunciado y comenzado por Jesús.
Por esta razón hemos querido, al término de nuestra
asamblea anual de 2015, lanzar un mensaje de estímulo y esperanza. No es que desde
el último comunicado los problemas sociales de Guatemala hayan desaparecido;
desgraciadamente han aumentado y se han agravado. Para nosotros la dimensión
social, lejos de ser una perversión de la fe, es una dimensión integrante de la
misma. Recogiendo el pensamiento de San Juan Pablo II, el Papa Francisco nos
comparte una seria advertencia: “Ya no se puede decir que la religión deba
recluirse en el ámbito privado y que esté sólo para preparar las almas para el
cielo. Sabemos que Dios quiere la felicidad de sus hijos también en esta
tierra, aunque estén llamados a la plenitud eterna, porque Él creó todas las
cosas ‘para que las disfrutemos (1 Tm 6,17), para que todos puedan
disfrutarlas. De ahí que la conversión cristiana exija revisar “especialmente
todo lo que pertenece al orden social y a la obtención del bien común”»
(Ecclesia in América 27) (EG 182).
La dimensión
social de la fe
9. Estamos convencidos de que la fe en Dios y en
Jesucristo que inunda nuestras tierras, llegando hasta los rincones más
remotos, puede llegar a infundir en el corazón de cada creyente y en el de
todas nuestras comunidades una apuesta sincera por los más empobrecidos y
excluidos en nuestra sociedad guatemalteca.
El gran desafío
de saber responder a la sed de Dios
10. Gracias a Dios y a tantos evangelizadores y
testigos de la fe que nos han precedido, especialmente a los mártires que con
su sangre regaron nuestra geografía patria, nuestro problema religioso, hoy, no
es el ateísmo; lo que a nosotros se nos plantea es “el desafío de responder
adecuadamente a la sed de Dios de mucha gente, para que no busquen apagarla en
propuestas alienantes o en un Jesucristo sin carne y sin compromiso con el
otro..., terminando engañados por propuestas que no humanizan ni dan gloria a
Dios (EG 89). Mirando el panorama religioso de nuestro país, bien podemos decir
que la religión ha sido en Guatemala motivo de división. Y en esa situación, es
preciso descubrir que “la causa del ser humano, mirado desde Dios” es la que nos
podrá volver a abrir caminos de reconciliación y de paz. El hambre, la
violencia, el desempleo, la corrupción... no tienen denominación religiosa.
Están ahí, desafiándonos a todos por igual y de una manera especial a quienes
creemos que “El Hijo de Dios, en su encarnación, nos invitó a la revolución de
la ternura” (EG, 88).
11. Como Pastores y hermanos de todos, hemos querido
compartir estos horizontes de Evangelio para los creyentes y las comunidades.
Como decíamos al principio, lo hemos hecho desde la confianza que nos da la
apertura de todos a la acción del Espíritu Santo. Con el salmo 4, a Él le
pedimos que nuestra fe sea motivo de unidad, que encontremos en ella la fuerza
que necesitamos para “recrear la adhesión mística de la fe, en un escenario
religioso plural” (EG 70), para “transmitir y descubrir la mística de estar
juntos, de mezclarnos, encontrarnos, tomarnos de los brazos, apoyarnos, de participar
en una marea de fraternidad” (EG 87).
12. El año que comienza nos trae la celebración de
elecciones. Frente a engaños, propaganda falsa, populismos que prometen imposibles,
queremos recordar que es el bien común de todos los guatemaltecos el que debe
guiar nuestro examen de las opciones que se presenten así como determinar al
final nuestro voto.
Un nuevo paso en
la fidelidad a Jesús y a los pobres
13. Preparando
y redactando este mensaje, nos hemos sentido muy cercanos a todos y a cada uno
de ustedes, a todas nuestras comunidades, a los sacerdotes, miembros de la vida
consagrada, a los agentes pastorales, a las parroquias y a los movimientos
eclesiales, a cada uno y a cada una de los creyentes. Les hemos querido
compartir nuestra convicción de que estamos en un momento propicio para dar un
nuevo paso en nuestra fidelidad a Jesús y a los pobres, para ser comunidades
cristianas que “saben involucrarse..., que se meten, con obras y palabras, en
la vida cotidiana de los demás, achican distancias..., y asumen la vida humana
tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo” (EG, 24). Con el “gusto
espiritual de ser pueblo” con ustedes, y de la mano de nuestra Madre la Virgen
del Rosario, que “da calidez de hogar a nuestra búsqueda de la justicia”, oren
por nosotros y reciban nuestra bendición.
Guatemala, 13 de febrero de 2015.
+Rodolfo
Valenzuela Núñez
Obispo de la Diócesis de La Verapaz
Presidente de la Conferencia Episcopal de Guatemala
+Domingo Buezo
Leiva
Obispo Vicario Apostólico de Izabal
Secretario General de la Conferencia Episcopal de
Guatemala
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