RESEÑA
Adolfo Bonilla Bonilla, Los procesos de
independencia de Centroamérica. Una interpretación de sus proyectos en el
Bicentenario, Ministerio de Educación, San Salvador 2021.
ISBN:
978-99983-56-13-9 / 978-99983-56-14-6.
253 páginas.
Adolfo BONILLA BONILLA nació en San Vicente, El Salvador en 1955. Graduado de Máster en Artes por la Universidad de Londres, Inglaterra en 1999. Realizó un Doctorado en Filosofía Política en la Universidad de Manchester, Inglaterra en 1996, y estudios posdoctorales en la Universidad de
Johns Hopkins en Baltimore, Maryland, Estados
Unidos en 1998.
El texto se publica
en el marco de la celebración de los 200 años del proceso de independencia de
España en el área centroamericana.
La tesis central del
libro consiste en presentar de forma más actualizada y enriquecida, con nuevas
fuentes documentales y nuevos conceptos, una crítica a la historia de las ideas
políticas basada en la dicotomía servil-liberal y la presentación de una nueva
clasificación de ideas políticas, de la cual resulta una nueva historia
política e interpretación de los procesos de independencia, donde la
independencia se presenta como ilustrada, liberal y republicana.
La obra se estructura
en cuatro capítulos y la conclusión. El primer capítulo (Las ideas de la
Ilustración y su influencia en los procesos y proyectos de independencia)
analiza la influencia de las ideas ilustradas en los procesos de independencia.
«Esta sección es importante para comprender la filosofía política detrás de los
proyectos de modernización del Imperio español» (p. 23). Se desarrollan dos
grandes variantes: el absolutismo ilustrado y la ilustración constitucional.
El segundo capítulo (Proyectos
de independencia y constituciones en el ámbito americano) «se presentan
casos notables de proyectos de independencias y sus procesos y propuestas
constitucionales para ilustrar lo complicado que fue tomar decisiones sobre
esos temas. Se analizan las propuestas del conde de Aranda, luego las de los
venezolanos Francisco de Miranda y Simón Bolívar, la de los guatemaltecos José
María Peinado y Antonio García Redondo, y finalmente la propuesta de proyecto
de canal interoceánico en Nicaragua, presentada en 1826 por José Cecilio del
Valle al congreso de la república federal de Centroamérica, que aborda el tema
de la independencia y la economía» (p. 35-36).
El tercer capítulo (El
fin del antiguo régimen hispano, la Constitución española de 1812 y su relación
con los procesos de independencia en Centroamérica), el más extenso, «analiza
el esfuerzo de creación del Estado moderno desde la invasión napoleónica a
España hasta la redacción de la Constitución española de 1812 y su puesta en
práctica. Ello incluye el proceso de las cortes de Cádiz, la revolución liberal
española y el fin del antiguo régimen, la Constitución española de 1812 y su
implementación en Centroamérica. En ese contexto se analiza el “primer grito de
independencia” del 5 de noviembre de 1811 en San Salvador y el levantamiento en
dicha ciudad del 24 de enero de 1814» (p. 21). Digno de mención es el análisis
que hace el autor del artículo 18 de la Constitución de Cádiz: «A este artículo
no se le ha dado la importancia que merece, ya que representa quizá el cambio
más radical de la época en materia de definición de la nación, la ciudadanía
política y los derechos individuales. Por este decreto, el indígena pasó de
indígena conquistado marginado y segregado en los pueblos de indios, sometido,
a pagar tributo y a trabajos forzados, a ser parte de la nación española, a ser
parte de la configuración de la soberanía nacional o popular, a gozar de
ciudadanía política» (p. 79). El otro elemento es la explicación de cómo surge
la tradición del primer grito de independencia (pp. 92-96). El tercer aspecto a
resaltar de este capítulo es el análisis que el autor hace de la obra de
Alejandro Dagoberto Marroquín. Por ejemplo, Bonilla sostiene que, «Marroquín en
su narración no está presentando al líder histórico Pedro Pablo Castillo, sino
que está construyendo al personaje ideal revolucionario, que él imagina con
perfectos atributos que el mismo Castillo no tenía, para su propósito de crear
un personaje histórico revolucionario con orígenes populares que sea útil
políticamente a la revolución que se estaba gestando en la década de 1960 en El
Salvador. Es lo mismo que están haciendo Jorge Arias Gómez y Roque Dalton» (pp.
129-130). Finalmente, intenta recuperar la figura de José Cecilio del Valle, a
quien considera «una figura controversial, [pero] considerado como la
personalidad más importante en la Ilustración centroamericana. Su brillante
carrera fue oscurecida por su apoyo a la monarquía absoluta durante el hostil
período de Bustamante, en 1814-1818» (p. 149).
El cuarto capítulo (La
independencia centroamericana de España, la anexión al Imperio mexicano y la
independencia centroamericana de México, 1820-1823) «analiza el
restablecimiento de la Constitución de Cádiz en 1820, el debate electoral de
1820 y la adopción en Centroamérica de la clasificación de las ideas
servil-liberal, la independencia de España el 15 de septiembre de 1821, la
anexión al Imperio mexicano del 5 de enero de 1822, la resistencia de la
provincia de San Salvador a la anexión a México y la independencia de
Centroamérica con relación a México el 1 de julio de 1823» (p. 21). Uno de los
aportes más notables en este capítulo es aclarar la confusión terminológica e
histórica que ha provocado la introducción del binomio servil-liberal por
Barrundia en El Editor Constitucional, número 1 y 3, del 2 de agosto de
1820. Así, sostiene Bonilla: «la definición de servil de Barrundia no tiene
nada que ver con el pensamiento conservador y que por ello fue un error usarlas
como sinónimos de la manera que se hizo a finales del siglo XIX» (p. 168).
Además: «Mi contribución consiste en mostrar que la postura exclusivista de
Barrundia quedó claramente establecida en el debate electoral de 1820 y está
directamente ligado a su lectura e influencia de Rousseau» (p. 173). Destacamos
también la recuperación que hace, en sintonía con Mario Vásquez Olivera, del
«prócer olvidado», un tal «fray Tasajo»; se trata de Rafael Castillo, «un
fraile agustino veterano de las luchas de Miguel Hidalgo que decidió luchar en
las filas republicanas de San Salvador y lo hizo de manera brillante» (p. 213).
Finalmente, un tema que interesa a los historiadores es el cisma formal en que
incurrió José Matías Delgado, ante la creación del obispado de San salvador el
30 de marzo de 1822. Destaca en este punto el estudio realizado por Luis
Ernesto Ayala Benítez.
Adolfo Bonilla nos
proporciona una sugerente conclusión. Por una parte, confirma su tesis: «que
nuestros procesos de independencia estaban guiados por la revolución ilustrada
que transcurrió dentro de los parámetros del absolutismo ilustrado, el
liberalismo y el republicanismo. Por tanto, nuestra independencia fue
ilustrada, liberal y republicana. Una independencia conservadora no tenía lugar
en razón de que, en Centroamérica, por el peso avasallador de la Ilustración y
por la estructura social, no se desarrolló el pensamiento conservador» (p. 231).
Por otra parte, propone un método para retomar estas investigaciones, que en
términos generales consiste en «separar las interpretaciones y comentarios
sobre las independencias que se hicieron en la época de la independencia, de
las que se hicieron a partir de la segunda mitad del siglo XIX y siglo XX» (p.
232). De hecho, sugiere una serie de fuentes y referencias que a su juicio son
indispensables para tal cometido.
La obra de Adolfo
Bonilla va más allá de la lectura fáctica de los acontecimientos históricos. Su
lectura razonada de las ideas filosóficas que sustentan los hechos históricos
le da al texto un enfoque interesante, respecto de los manuales tradicionales
de historia. Cabe preguntarse si su propuesta de leer los procesos de
independencia en Centroamérica a partir de la modernidad ilustrada pueda
equilibrar la invención de tradiciones que normalmente encontramos en el
proceso de creación de las naciones centroamericanas.
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