martes, 1 de febrero de 2011

DEL TESTIMONIO A LA CREDIBILIDAD DE LA IGLESIA



Las ideas que les propongo a continuación son el fruto de un esfuerzo de investigación que estamos haciendo con otros colegas desde hace algunos años. Se trata no sólo de identificar los elementos negativos que han empañado la imagen de la Iglesia católica en El Salvador, durante el conflicto armado vivido entre 1977 y 1992, sino de indagar en las fuentes cuáles son las razones que subyacen a la crisis que llevó al asesinato de personas vinculadas directamente al proceso evangelizador y de cómo se ha llegado a pensar que muchas de esas personas puedan ser consideradas como testigos de la fe y, en sentido estricto, mártires.

Cuando en el año 2000, con ocasión del Jubileo, Juan Pablo II pidió expresamente que el nombre de Mons. Romero fuera incluído en la lista de los llamados Nuevos Mártires del siglo XX –y de esto da razón el libro de Andrea Riccardi, El siglo de los mártires (Plaza & Janes, 2001)- la Congregación para la Causa de los Santos se vió en la necesidad de distinguir entre testigos de la fe y mártires. Un debate entre lo teológico y lo canónico –debate aun abierto- en vistas a no mezclar lo religioso con lo político. No entro en el mérito del debate.

En todo caso, hace algunos días un grupo de sacerdotes de la Arquidiócesis de San Salvador (El Salvador) me invitaran a que compartiera con ellos una reflexión en torno a una teología martirial. Ello me permitió darles un adelanto de lo que pienso será –si Dios me lo permite- mi próxima publicación. Lo que hice fue exponer en términos generales los tres niveles de análisis que pretendo afrontar y sus elementos constitutivos: el martirio de Jesús como elemento originario y originante de la Iglesia; la reflexión teológica que se desprende de esa primera correlación y la credibilidad de la Iglesia a partir de su comportamiento de frente al martirio de Jesús y de los testigos de la fe hoy.

La clave de lectura que estamos utilizando es la correlación entre martirio y credibilidad de la Iglesia. La credibilidad en sentido teológico conecta a la Iglesia con el testimonio supremo de Jesucristo y eso, a su vez, la hace creíble a ella en la historia.

A continuación, pues, las ideas principales que articularon nuestra reflexión sacerdotal.

1. DE UNA TEOLOGÍA DEL MARTIRIO A UNA TEOLOGÍA MARTIRIAL

1.1. Hasta el primer cuarto del siglo XX se hacía una teología del martirio. De hecho, se pueden citar textos escritos en esa línea, que van desde 1910 hasta 1960, en los cuales se trata el tema del martirio teniendo presente la experiencia del martirio vivido por miembros de la Iglesia entre el I y el IV siglo, preponderantemente.

1.2. Hay un momento de transición de la teología del martirio a la teología martirial entre 1960 y 1975, aproximadamente. El debate fue protagonizado por los teólogos Hans Urs von Balthasar y Karl Rahner. Ellos no estaban interesados –por lo menos no en modo explícito- en una teología martirial, sino que buscaban justificar su propia teología de frente al fenómeno de la modernidad y el proceso de secularización, aspectos tipicamente occidentales. Balthasar se afincará en el dato de fe, defendiendo su “objetividad”, es decir, ese dado antecede al hombre mismo. Rahner, como sabemos, suele proceder metodológicamente por el camino contrario, es decir, no parte del dato de fe, visto en modo objetivo, sino que lo lee a partir del sujeto. Por tanto, si en Balthasar todo martirio se lee desde la cruz de Cristo, en Rahner, sin negar el dato de fe, lee la cruz de Cristo a partir de la muertes recientes.

1.3. El debate sobre los fundamentos teológicos y doctrinales de una teología martirial los encontraremos en el n. 19 de la revista Concilium de 1983. Posteriormente el tema de la teología martirial se tornará mucho más común.

1.4. Evidentemente, la teología martirial tiene un fuerte substrato histórico y sociológico, de esa teología se puede hablar sólo en la medida que se pueda comprobar que se hayan verificado casos de comunidades asesinadas por el mero hecho de hacer una reflexión de fe a partir del dato sociológico y tengan un proceso de organización social en orden a liberarse de la opresión económica, política y militar.

1.5. Anejo a ese dato, también se debe comprobar si esos procesos pastorales y sociales eran acompañados por teólogos de oficio, y si también ellos hayan sufrido el efecto de la represión hasta dar el supremo testimonio.

2. TEOLOGÍA MARTIRIAL Y ECLESIALIDAD RESPONSABLE

2.1. Tanto la teología del martirio con la teología martirial se fundan en el testimonio supremo de Jesús (El Testigo Fiel).

2.2. Ahora bien, si la Iglesia, en la versión lucana de los Hechos de los Apóstoles, inicia su justificación histórica a partir de la muerte de Esteban. Entonces, se puede concluir que tanto el testimonio de Jesús como la posibilidad de existencia de la Iglesia, están cimentadas en la nueva visión que se tiene respecto de la visión oficial de la institución religiosa –la religión oficial judía-.

2.3. Por tanto, la muerte de Jesús tiene relación con el modo como él interpretó y vivió la religión judía de su tiempo. La Iglesia se entiende a partir de esa nueva visión de la fe encarnada por Jesús.

3. ECLESIALIDAD RESPONSABLE Y CREDIBILIDAD DE LA IGLESIA

3.1. Principio de credibilidad de la fe cristiana es el misterio pascual.

3.2. La fidelidad a ese principio –que incluye la muerte martirial- posibilita en la historia el principio de la credibilidad.

3.3. La eclesialidad responsable asume históricamente: en primer lugar, la visión crítica del modo de vivir la Iglesia hoy; en segundo lugar, testimonia efectivamente esa visión siempre renovada, o en permanente conversión de la Iglesia.

4. CONCLUSIÓN

4.1. ¿Qué está impidiendo la eclesialidad responsable?

4.1.1. La dialéctica entre el principio evangélico y el principio ideológico.

4.1.2. El modo de vivir el tema del testimonio cristiano –y en modo particular el martirio- en la línea del pasado y no en la del presente, cayendo en el error de considerar al martirio sólo como tema teológico y no como substrato del ejercicio mismo de la teología, con lo cual se mutila el principio genético del sujeto de la teología, la comunidad cristiana.

4.2. ¿Qué está posibilitando la eclesialidad responsable?

4.2.1. La indagación en la historia de El Salvador de aquellos elementos que generan confusión donde no debería haberla, es decir, el determinar de dónde procede la acusación ideológica de comunismo o marxismo al movimiento cristiano generado a partir del testimonio radical de los cristianos.

4.2.2. La reflexión no sólo pastoral, sino teológica e histórica del origen del odio a la caridad y a la defensa de los derechos humanos.

4.2.3. Una evangelización que acentúa, con una debida actualización y en modo sistemático, aquellos principios y acciones que llevaron al supremo testimonio a nuestros hermanos cristianos del siglo XX.

4.2.4. El ejercicio de una comunión eclesial y una misión leídas y vividas desde el martirio. Ello pondría en evidencia las intenciones del asesino y de sus encubridores, del tipo que fueran.

4.2.5. Es decir, se trata de entrar en la dinámica de una sacramentalidad responsable, que no evade el tema del martirio, sino que lo asume en su praxis eclesial actual.

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