Ignacio Ellacuría -rector de la UCA, filósofo y teólogo- solía decir que la historia de la salvación, en realidad, es salvación en la historia. Es decir que no existe proyecto salvador que no pase por un contexto histórico.
La gran tarea del discípulo de Jesús consiste, según esa tesis ellacuriana, en hacer todo lo posibe para que esa salvación descrita en los principios doctrinales vaya tomando cuerpo en la historia.
Ese proceso de historización -para estar en la terminología ellacuriana- se traduce en una responsabilidad histórica. Dicho de otro modo, no se puede ser un cristiano serio, sin asumir los problemas reales que vive la comunidad humana.
Tal responsabilidad histórica, desde el punto de vista del método y en la línea de Xavier Zubiri ha de entenderse en primer lugar como una exigencia ética, es decir, haciéndose cargo, cargando y encargándose de la reaidad.
Si Ellacuría no hubiera procedido coherentemente según su tesis de salvación histórica y su ética de la responsabilidad, seguramente estaría vivo. Pero, entonces El Salvador no tendría un testigo y un referente de su talante.
Haberlo asesinado acusándolo de ser guerrillero y 21 años después afirmar que su muerte fue el resultado de una "estupidez" (reciente afirmación de Alfredo Cristiani) me parece un acto de alta irresponsabilidad, confirmación de que Ellacuría tenía razón al pregonar un cristianismo responsable y una razón para seguirlo pregonando y haciéndolo realidad en la historia.
Un pueblo que margina o mata sus intelectuales no tienen ningún futuro viable.
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