domingo, 28 de abril de 2013

DEFENSA PÚBLICA DE TESIS DOCTORAL SOBRE EL MINIMUMVITALISMO MASFERRERIANO


 Víctor Guerra, defendiendo su tesis.
 Dr. Luis Alvarenga, haciendo sus observaciones.
Dr. Luis Escamilla, haciendo sus observaciones.


Dr. Roque Baldovinos, al centro. El asesor de tesis.


Muy buenas tardes doctores que componen el jurado calificador en esta defensa de Tesis Dctoral, doctor Ricardo Roque Baldovinos, Doctor Luis Alvarenga y Doctor Luis Escamilla.
Querida familia: esposa y hermanos.
Estimados amigos y amigas que finamente me acompañan en este acto, les agradezco su gentileza.

Este día presento mi defensa de Tesis doctoral que he denominado “EL VITALISMO MASFERRERIANO: UNO MODO DE HACER FILOSOFÍA EN EL SALVADOR DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX”

Los resultados de esta investigación se organizan en una introducción general, cuatro capítulos principales y la conclusión general.

El Capítulo Primero es de carácter introductorio, en él se presentan los distintos aportes hechos por varios autores respecto del pensamiento de Masferrer. Asimismo se hace una aproximación general al Vitalismo, diciendo qué es y en qué se fundamenta esta teoría; se hace un balance bibliográfico en el que se presentan los enfoques fundamentales de los autores que han abordado la figura y obra intelectual de Masferrer y una propuesta de abordaje que al final proveerá mayor claridad, porque presenta a este autor en su justo lugar, como un intelectual iluminador de la realidad que le tocó vivir y un reformador que intentó con honestidad contribuir a ejecutar un cambio social en función de una nueva sociedad y una nueva patria salvadoreña.

Sin embargo, debido a que la figura y obra de Masferrer han sido trabajadas y hasta cierto punto modificadas de parte del oficialismo salvadoreño, para sacar ventaja de un pensador crítico y aceptado socialmente en El Salvador como es éste; es importante en esta investigación analizar críticamente la parte del pensamiento de Masferrer que el oficialismo ha manejado durante más de ochenta años. Con ello buscamos demostrar que el oficialismo ha ejecutado un reduccionismo del pensamiento de este autor. Es decir, que el oficialismo ha falseado el pensamiento político, social y filosófico de Masferrer omitiendo y ocultando el ámbito más crítico de su obra, y en contraposición, exaltó de forma exagerada el pensamiento poético, lírico, místico y panegírico del autor, en detrimento de aquel.

El contenido del Capítulo Segundo es de carácter histórico, en él se presenta el contexto social, político, económico y filosófico en el que se debe enmarcar la obra intelectual de Masferrer para tener mejor criterio de interpretación y valoración de la misma. Y los dos capítulos siguientes son de carácter filosófico. En el Capítulo Tercero se presenta por una parte, una nueva organización de la obra filosófica de Masferrer y, por otra parte, su aporte en el ámbito de las ideas filosóficas en Centroamérica y en particular a la realidad social y política de El Salvador en la perspectiva de ofrecer una solución estructural y viable a los problemas acuciantes vividos durante finales del siglo diecinueve y principios del veinte. El Capítulo Cuarto presenta los aportes en la línea filosófica para la posteridad salvadoreña y centroamericana: el Vitalismo como pensamiento filosófico y  político de Masferrer, como precursor de los derechos humanos para el mundo actual.

El Minimumvitalismo impulsado por Masferrer, que como bien lo dice éste, aunque no es un pensamiento original sí es un proyecto innovador y aglutinador de ideas en torno a la justicia social, la tierra, los Derechos Humanos y la superación de la pobreza en un espacio y tiempo determinados como fue la Centroamérica de principios del siglo veinte.

Una de las originalidades de Masferrer es hacer aplicable el Vitalismo en la praxis histórica, y en concreto, en la vida política salvadoreña. De ahí que encontremos que en el pensamiento filosófico de Masferrer no hay simple especulación sino un pensamiento filosófico que está orientado a la transformación de la realidad sociopolítica salvadoreña y centroamericana. De ahí que por la influencia que este pensador ejerció en su época sea considerado como uno de los intelectuales más sugerentes.

Esta investigación se ha realizado principalmente con el objetivo de sistematizar el pensamiento filosófico de Masferrer y mostrar la unidad del mismo con su objeto de interés. Este pensamiento ha estado transido por la duda fundamental acerca de si realmente constituye un pensamiento filosófico propiamente dicho. La discusión sigue abierta y la duda permanece, pero de lo que no se duda es que este pensamiento constituye un aporte al desarrollo intelectual centroamericano. La duda fue agravada por el hecho de que ni siquiera se haya organizado el pensamiento de Masferrer, vertido en su obra intelectual como un corpus coherente y original, si no como una serie de trabajos eventuales presentados en forma de artículos periodísticos, dedicados fundamentalmente a reflexionar en torno a la realidad sociopolítica salvadoreña y centroamericana de la primera mitad del siglo veinte.

Esto determinó la hipótesis de nuestro trabajo: que la producción propiamente filosófica de Masferrer estaba publicada en forma de artículos periodísticos y que encuentra su unidad y sentido en el intento de Masferrer por reflexionar en profundidad sobre la realidad vivida por los salvadoreños de principios del siglo veinte y en su búsqueda de presentar soluciones concretas y viables a esa problemática.

Desde el punto de vista filosófico es estéril sostener la discusión sobre si el pensamiento filosófico de Masferrer, a saber, el Minimumvitalismo es propiamente un pensamiento coherente y original ya que semejante planteamiento es ambiguo porque no existe pensamiento que no haya sido hondamente marcado en su punto de partida y en los problemas fundamentales que trata por la persona que la formula y el pueblo al que su autor pertenece.

Es importante anotar que el Minimumvitalismo por su constitutiva pretensión de búsqueda radical de la justicia social y con ello, honestidad y verdad, debe ser considerado en propiedad, un verdadero pensamiento filosófico; otra cosa es que hasta ahora no se hayan sacado las debidas aplicaciones filosóficas de esta obra intelectual. En este sentido, el Minimumvitalismo parte de las concreciones históricas vividas por la sociedad de finales del siglo diecinueve y principios del veinte. Estas concreciones individuales, sociales e históricas que Masferrer vislumbra, las retoma, las analiza y luego propone solucionarlas desde la praxis concreta. Por eso el Minimumvitalismo ha de estar, en virtud de su naturaleza y de sus pretensiones, vinculado a la praxis histórica de los hombres y los pueblos que luchan por la consecución de al menos un mínimo de vida justa. En este sentido, la importancia de la praxis reviste gran relevancia para un adecuado planteamiento del Minimumvitalismo.

Como se ve en el desarrollo de esta tesis, el pensamiento filosófico de Masferrer por su objeto, contenido y horizonte es un pensamiento político. De ahí que el interés del Minimumvitalismo sea fundamentalmente ético. En esta perspectiva, el análisis de la fundamentalidad ética desde el crisol de la justicia social que permite valorar la praxis política en la sociedad salvadoreña actual, sea una exigencia ineludible. Y es que, como se ha visto en la realidad, la orientación general del Minimumvitalismo no permite separar lo ético de lo político. En este sentido, éste puede enmarcarse dentro de las corrientes filosóficas occidentales más puras, donde el objeto fundamental no puede ser otra cosa que una reflexión situada en un contexto preciso.

De ahí que una de las orientaciones fundamentales que debe seguir el Minimumvitalismo sea convertirse en una filosofía política radical, es decir, que tenga como pretensión intelectual el alcance de los fundamentos de las cuestiones políticas, por tanto, debe tener siempre como tarea insoslayable el determinar qué es en verdad lo realmente posible en la praxis política. En este sentido, el Minimumvitalismo debe apuntar desde su perspectiva filosófica, a estructurar lo social y lo político desde la absolutez de la vida como principio dinamizador de la realidad. Hay que reconocer, en esta perspectiva, que es la capacidad de compartir criterios de justicia, lo que capacita al hombre para una vida no sólo social, sino auténticamente política.

La realidad social de injusticia institucionalizada en todos los aspectos de la vida social de principios del siglo veinte en El Salvador y que continúa en los inicios del siglo veintiuno, muestra que para conseguir niveles de vida más ajustados a una verdadera humanidad, es necesario un apego a la justicia, particularmente a la justicia distributiva. En este sentido, la justicia es esencial para la construcción de una verdadera sociedad ya que el orden de la comunidad política se erige necesariamente en la administración de la justicia. Es aquí donde se enmarca el llamado que Masferrer hace a construir una nueva sociedad en la que impere la justicia. Para ello, indica un camino que conduce directamente a ésta y es hacer que se respete y promueva la vida. Pero para lograr el respeto a la vida, no basta con asegurarla en su manifestación biológica, sino llevar a cabo una vida buena y es sabido que no hay posibilidad de una vida verdaderamente buena si no es en un régimen socialmente justo. Aquí, cabe afirmar que sólo un régimen justo puede llegar a concretar un ambiente de seguridad pública. Es decir, que la seguridad pública es fruto del cumplimiento de la justicia y no meramente del ejercicio de la coerción.

Ahora bien, para alcanzar una vida justa en la sociedad, como es su interés, sea necesario una serie de condiciones materiales que la aseguren y sin las cuales nadie se consideraría propiamente humano. Por tanto, el vivir bien en Masferrer significa la supervivencia biológica, el bienestar social, moral y justo. Esto es lo que se ha buscado articular en este trabajo.

En 1881 se decretó la abolición legal de las tierras ejidales y comunales. Entre líneas se puede ver que esta abolición se encaminó a la erradicación de las comunidades indígenas, aunque la resistencia activa y pasiva de estos pueblos prolongaría el proceso hasta bien entrado el siglo veinte. Este hecho debe enmarcarse en la perspectiva de la consolidación del sistema liberal en Centroamérica y concretamente en El Salvador. Para los liberales, el orden era la razón de ser del progreso, de ahí la necesidad de legislar en torno a la propiedad de la tierra y del suministro de mano de obra. Este reordenamiento implicó, primero el debilitamiento de la Iglesia como factor de poder económico y político, lo que no produjo de ninguna manera el fin de la intervención de aquélla en los asuntos públicos. Segundo, el sometimiento de los centros de poder regionales al poder central con miras a sentar las bases para construcción de un Estado nacional. Y tercero, la desestructuración de las comunidades indígenas, con el resultado a un nuevo impulso a su cultura de resistencia expresada en forma de marginación y de rebeliones.

Masferrer cifró sus expectativas en la construcción de una patria donde la vida de los salvadoreños fuera viable de manera concreta y no idealista. Ello implicó para él la elaboración de una reflexión política que tuviera que ver con la realidad concreta que le tocó vivir a las mayorías populares, específicamente a indígenas y campesinos. Un pensamiento filosófico político al que le corresponde una ética, cuyo punto de inflexión fue la búsqueda de la transformación de la realidad de su tiempo, en una realidad más justa. Por ello estructuró su propuesta Minimumvitalista. Pensamiento que mejor expresa el contenido ético y político de una reflexión intelectual al servicio de la construcción de una sociedad más humana. Y como lo decía él, los seres humanos no podemos vivir si no es en la tierra y ésta es un recurso limitado. De ahí que una justa distribución de la tierra sea el elemento clave de la filosofía Minimumvitalista.

La reforma del sistema de tenencia de la tierra es lo que está a la base de la propuesta ético-política de Masferrer. La tierra como el recurso fundamental para el desarrollo de la vida del ser humano. De ahí la centralidad del ser humano en su filosofía vitalista, pero no un hombre idealizado sino un ser humano real, física y materialmente ubicado en espacio y tiempo concretos. Esa centralidad del ser humano real, en la filosofía Minimumvitalista es la que lo ubica en el contexto histórico salvadoreño de 1880-1932; sólo que en el lado contrario del liberalismo. Es decir, desde la lucha por la justicia social.

El Minimumvitalismo masferreriano comporta una fundamentalidad filosófica en su vertiente ética en donde lo social y político son dimensiones fundamentales. Éstas son derivaciones del núcleo fontanal que para él constituye la vida. Por tanto, este pensamiento filosófico puede enmarcarse en la línea de la filosofía vitalista. De modo que para él, la vida es una y constituye un bien supremo, cuya superioridad respecto de todo lo demás comporta su carácter de absolutez; y en sus manifestaciones, natural, animal y cósmica, generan el sustrato de su despliegue teórico. En esta filosofía se expone la defensa y la construcción de la vida, como elemento fundamental de toda expresión y práctica humana. Aquí, la defensa de la vida, es la clave hermenéutica para la formulación de la construcción de su pensamiento. En consecuencia, en la concepción filosófica de Masferrer la vida no se desliga de lo histórico-político.

El Minimumvitalismo masferreriano ha constituido una presencia filosófica en El Salvador, tan importante como inadvertida. Esto debido a intereses de grupos de poder que han manipulado el pensamiento masferreriano en función de sus intereses. Su estrategia ha consistido en presentar a un Masferrer romántico y lírico, ocultando al Masferrer crítico de las injusticias sociales. Sin embargo, por honestidad intelectual, en El Salvador se le debe hacer justicia a Masferrer, haciendo una lectura integral y no caricaturesca de su obra. En esta perspectiva, esta investigación concluye que la obra intelectual de Masferrer constituye una Ética humanizadora y orientada a una praxis política concreta. Es aquí donde tienen cabida el Partido Vitalista, los Círculos vitalistas y la Educación vitalista.

No obstante, el Minimum Vital se ha interpretado mal, no sólo por parte de sus detractores sino también por algunos de sus seguidores. Se piensa erróneamente que ante la necesidad humana del hambre, el Minimum Vital recomienda, por lo menos, solventarla mínimamente para ir sobreviviendo poco a poco y no morir de hambre violentamente. Por el contrario, la primera aproximación que nosotros tenemos del Minimum Vital se refiere a la satisfacción plena de un mínimo de necesidades: Trabajo, Alimentación, Habitación, Agua, Vestido, Asistencia Médica, Justicia, Educación y Descanso. De ahí que se afirme que el Minimum Vital tiene que ver con la fundamentalidad con que hay que afrontar y resolver la vida. En este sentido, el Minimum Vital es una conquista lograda en una situación social caótica, que no asegura ni siquiera un mínimo para vivir dignamente.

Con la concreción del Minimumvitalismo Masferrer busca un equilibrio social que implique, por un lado, que grandes sectores de la sociedad salvadoreña dejen de ser miserables y que nadie pueda comprar su fuerza de trabajo mediante un salario de hambre. Y por otro lado frene y ponga límites a la codicia infinita de los ricos, que conducen a aquellos al desmedro físico y moral. En este marco se ubica el llamado de Masferrer a que El Salvador retome una visión más equitativa del sistema de tenencia de la tierra orientada a una visión más comunitaria y a que los gobernantes de su época organicen un Consejo Económico, ya que la economía es en realidad un cuarto poder en El Salvador.

Visto el Minimumvitalismo desde esta nueva perspectiva, se abren también nuevos campos de investigación en el ámbito de las ideas filosóficas en Centroamérica y particularmente en El Salvador. Los campos de investigación en este terreno tienen que ir en el proceso de instalar el pensamiento filosófico de Masferrer como una Ética que da cada vez más de sí como quehacer iluminador en la construcción de una sociedad más humanizada y humanizante.

El pensamiento filosófico vitalista masferreriano no debe ser considerado una teoría localista correspondiente exclusivamente a la realidad salvadoreña, sino que por sus pretensiones últimas de justicia y radicalidad en el respeto y la promoción de la vida en todas sus expresiones, es también un quehacer intelectual centroamericano y latinoamericano.

Para Masferrer, ascender a una sociedad más justa en El Salvador y en Centro América es alcanzable únicamente por la labor ingente de un Hombre Nuevo cuya labor individual no se termina en una reflexión intimista y solipsista sino en una actividad política en el puro sentido del término. Esto es lo que jalona la nueva realidad constituida por la justicia concretada en la realidad que permite en definitiva la vida buena para todos.

Son muy interesantes los temas que Masferrer aporta a la reflexión intelectual y a la historia de las ideas y del pensamiento centroamericano, éstos son la formulación de la nación étnico-cultural y social, el unionismo y el panhispanismo, el debate entre raza y la cultura, el feminismo masferreriano, etc. En este marco, Masferrer junto con otros pensadores centroamericanos disputaron espacios culturales y políticos a las dos corrientes ideológicas dominantes del momento: el positivismo y el marxismo.[1] Masferrer negaba aquellos rasgos simbólicos del liberalismo como referentes para la construcción de la nación, porque consideraba que no beneficiaban a los grupos más excluidos en su acceso a los derechos mínimos, como eran la tierra, el trabajo, la salud, etc. Es más, cuestionaba la construcción simbólica de la nación y de la identidad salvadoreña como una abstracción, porque no contribuía a mejorar la vida de los trabajadores, campesinos, niños y mujeres salvadoreñas.

Podemos concluir que la filosofía de Masferrer mueve a pensar que para analizar y resolver los problemas sociales de un pueblo hay que partir de la realidad socioeconómica e histórica en que está inmerso ese pueblo. De esa manera las soluciones serán también reales y factibles. Como sabemos por la experiencia, hoy más que en su época, se violan los derechos humanos de los salvadoreños; hoy se malversan más y se roban los fondos públicos; hoy la droga y el aguardiente se consumen más o igual que en la época en que Masferrer la denunció. Si así son efectivamente las condiciones económicas, sociales, políticas y culturales del país, no hemos hecho progresos en relación con la realidad que le tocó vivir a Masferrer, por eso su doctrina tiene vigencia plena aún en nuestros días. La libertad de pensamiento, de tránsito y de reunión, para Masferrer son en realidad necesidades más bien que derechos. Por tanto, están inscritos en la naturaleza del ser humano y simplemente deben ser reconocidos, si fueran derechos artificiosos habrían de ser concedidos, mientras que las necesidades, como la de alimentarse y la de dormir son funciones naturales que nacen con el hombre y que ninguna sociedad y mucho menos ningún Estado los concede.

Es aquí donde entran en coincidencia la propuesta intelectual de Ignacio Ellacuría respecto de la teoría de los derechos humanos en occidente y la visión masferreriana de una sociedad más justa y equilibrada. Para Ellacuría la utopía siempre deberá ser el motor que impulse la permanente humanización pues de lo contrario es fácil caer en una ilusión que oculte lo que en realidad se hace: establecer un orden que una vez instituido buscará la perpetuación, y es cuando los derechos humanos se convierten en un discurso de legitimación y ya no de utopía. De ahí que las concepciones de derechos humanos que dan prioridad al formalismo institucional y sistemático, por encima de la realidad histórica y las necesidades de los seres humanos, sean estáticas y cierren la puerta a cualquier dimensión transformadora que puedan tener.

En este sentido, reivindicar el principio de la vida y de la solidaridad por encima del principio de la eficiencia empresarial y del mercado capitalista es una manera en que los derechos humanos pueden mostrarse como momento intelectivo de la praxis de liberación. De ahí que comprender los derechos humanos como ideales utópicos posibilita, entonces, que no se conviertan en un discurso hegemónico que impida y anule el proceso de liberación, sino al contrario, que sean momentos ideológicos que faciliten la construcción de prácticas sociales e históricas que permitan al ser humano vivir con el máximo de dignidad.


[1] Cfr. Casaús, Op. Cit., p. 87.

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