jueves, 8 de octubre de 2009

MISIONEROS, DISCÍPULOS Y PROTAGONISTAS. Charla dirigida a los Asesores de la IAM (El Salvador)


ASESORES DISCÍPULOS Y PROTAGONISTAS
DE LA MISIÓN CONTINENTAL


Las ideas que publico corresponden a la conferencia que compartí en el Encuentro Nacional de Asesores de IAM, 26 de agosto de 2009. El evento se realizó en San Salvador y lo organizaba las Obras Misionales Pontificias-Infancia y Adolescencia Misionera, El Salvador, Centro América.


INTRODUCCIÓN

Objetivo General del encuentro:
Reflexionar en torno al discipulado de Cristo, de manera que se despierte en los asesores el Espíritu protagónico en el desarrollo de la misión continental.



1. LA NATURALEZA MISIONERA DE LA IGLESIA

Por lo que tengo entendido todos ustedes son asesores de la IAM y me da mucha alegría por ello, les felicito de todo corazón.

El primer punto que tenemos que considerar es la naturaleza misionera de la Iglesia.

Tengo claro que la misión a la que estamos llamados es universal, no es, ni sólo para nuestras parroquias, ni sólo para nuestros países, es una misión CONTINENTAL e incluso MUNDIAL.

Por tanto, hay un texto de la Biblia en el cual se afirma claramente que la misión es universal, el texto dice así: Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra (Hechos 1,8).

Reflexión:

La misión es universal.

Ejemplo:

La misión se realiza en círculos concéntricos como cuando se tira una piedra en un estanque de agua, las ondas que produce llegan hasta las orillas.

Bueno, todos sabemos que la Iglesia es, por su propia naturaleza misionera, y así lo dice un documento del Concilio Vaticano II: La Iglesia peregrinante es, por su propia naturaleza, misionera, puesto que tiene su origen en la misión del Hijo y la misión del Espíritu Santo según el plan de Dios Padre (Ad Gentes, n. 2).

Reflexión:

El sentido originario de la misión se lo da Dios en su revelación por medio del Hijo y en el Espíritu Santo, la Iglesia está al servicio de esa misión originaria.

Ejemplo:

El gallito que cantaba “kikiri-miau” por las mañanas, porque no tenía definida su identidad entre gallo y gato.


2. LLAMADOS A SER DISCIPULOS DE JESÚS

Y ahora vamos al punto número dos, es decir, nosotros antes de ser misioneros estamos llamados a ser discípulos de Jesús, porque nadie puede dar lo que no tiene.

Aquí la pregunta fundamental es: ¿Qué significa ser discípulos de Jesús?

En la Biblia está bien claro que nuestra misión sólo es posible si aceptamos a Jesús como maestro de nuestra vida:

Meditemos el siguiente texto:

Mateo 16,24: Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.

Seguir a Jesús no es fácil, por eso es que muchos prefieren una vida cómoda y no se entregan de corazón a él.

Notemos la misma idea en otro texto:


Mateo 19,16:

Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para conseguir vida eterna?
¿Por qué preguntas acerca de lo bueno? Uno solo es Bueno. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.
¿Cuáles mandamientos?
No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Todo eso lo he cumplido; ¿qué me falta?
Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme.

Reflexión:
El texto al final dice que al oír las palabras de Jesús, el joven se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes.


Entonces, para ser discípulo de Jesús se requiere una decisión y un fuerte proceso de conversión.


El que no acepta las exigencias de Jesús no puede ser su discípulo:

¡Sin conversión no hay discipulado, sin discipulado no hay misión¡

El discipulado nos permite entrar en sintonía con el estilo de vida de Jesús. El encuentro sincero con Jesús transforma nuestra vida y nos pone a trabajar al servicio de la construcción del Reino.

¿A qué estamos llamados como Iglesia?


Según el documento de Aparecida (n. 11):

Se trata de confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigada en nuestra historia, desde un encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite discípulos y misioneros. Ello no depende tanto de grandes programas y estructuras, sino de hombres y mujeres nuevos que encarnen dicha tradición y novedad, como discípulos de Jesucristo y misioneros de su Reino, protagonistas de vida nueva para una América Latina que quiere reconocerse con la luz y la fuerza del Espíritu.


¿Qué características tiene la vida de Jesús? ¿Por qué la gente admiraba tanto a Jesús?

Lo admiraban porque entiende la religión desde la perspectiva del servicio, esto es particularmente evidente en el relato de la última cena, en ese momento Jesús lavó los pies de sus discípulos e invitó a sus discípulos a entrar en esa dimensión.


La verdadera religión pra Jesús está plasmada en el relato del buen samaritano.

Lo dice claramente Juan 13,35: En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros.


Ejemplo: La violencia en El Salvador cobra la vida a un promedio de 13 personas cada día, entonces, cómo es posible que en un país donde la mayoría de personas dice creer en Cristo se dé una violencia tal, yo creo que estamos siendo auténticos discípulos.

Palabraas importantes:


Conversión – Encuentro con Jesús – Iglesia servidora y samaritana


3. ASESORES PROTAGONISTAS DE LA MISIÓN

¿Qué significa para un cristiano ser protagonista de la misión?

Nosotros cuando oímos decir “protagonista”, siempre pensamos en las películas. Pero hay películas bien exageradas, al estilo “Rambo” o “El Señor de los anillos”, donde los protagonistas parecen invencibles.

El Cristo en el que nosotros creemos no es un Cristo “Rambo”, un Cristo "Elfo", que mata y nunca muere. Nostros creemos en un Cristo vulnerable, que fue asesinado y murió en la cruz, creemos en un Cristo que sigue muriendo en los inmigrantes, en los niños de la calle, en los niños que viven en las zonas marginales. Jesucristo no es “invencible”, puesto que se deja vencer por el amor y nos entiende porque él mismo ha pasado por el trago amargo del dolor y la muerte.

Según la Encíclica Redemptoris Missio, ¿Quién es el protagonista de la misión?


El documento dice así (n. 21):


El Espíritu Santo es en verdad el protagonista de toda la misión eclesial; su obra resplandece de modo eminente en la misión ad gentes.

Y el Papa Pablo VI decía también (EN, n. 75):


Las técnicas de evangelización son buenas, pero ni las más perfeccionadas podrían reemplazar la acción discreta del Espíritu. La preparación más refinada del evange refinada del evangelizador no consigue absolutamente nada sin El. Sin El, la dialéctica más convincente es impotente sobre el espíritu de los hombres. Sin El, los esquemas más elaborados sobre bases sociológicas o psicológicas se revelan pronto desprovistos de todo valor.
Puede decirse que el Espíritu Santo es el agente principal de la evangelización.

Nuestro protagonismo misionero depende totalmente del protagonismo del Espíritu Santo, nosotros somos testigos por la fuerza del Espíritu y estamos, como él, al servicio de la construcción del Reino de Dios.

"No hay testimonio sin testigos; no hay misión sin misioneros"

Ser protagonistas de la misión significa ser dóciles a la acción de Espíritu.


Ese protagonismo es cristocéntrico en sus expresiones históricas y trinitario en su universalidad, eso es lo que expresa el mandato misionero de Mateo 28,19:Cursiva


Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Las palabras del n. 14 del documento de Aparecida resumen bien lo que estamos diciendo:


Aquí está el reto fundamental que afrontamos: mostrar la capacidad de la Iglesia para promover y formar discípulos y misioneros que respondan a la vocación recibida y comuniquen por doquier, por desborde de gratitud y alegría, el don del encuentro con Jesucristo. No tenemos otro tesoro que éste. No tenemos otra dicha ni otra prioridad que ser instrumentos del Espíritu de Dios, en Iglesia, para que Jesucristo sea encontrado, seguido, amado, adorado, anunciado y comunicado a todos, no obstante todas las dificultades y resistencias.


4. ENVIADOS A HACER DISCÍPULOS: EN LA PARROQUIA, EN LA DIÓCESIS Y EN TODO EL CONTINENTE

El verdadero discípulo es el que ama. Ese amor tiene que ser concreto, por ello se requiere una planificación parroquial, diocesana y continental.

Y según lo que leemos en los Hechos de los Apóstoles 13,2-3 Dios nos envía a la misión pero desde la vida de una comunidad:

Mientras estaban celebrando el culto del Señor y ayunando, dijo el Espíritu Santo: “Separadme ya a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado”. Entonces, después de haber ayunado y orado, les impusieron las manos y les enviaron.

¡La vida en comunión, asegura la misión – La vida en división, mata la misión¡

El mensaje final (n. 5) del documento de Aparecida dice lo siguiente:

Al terminar la Conferencia de Aparecida, en el vigor del Espíritu Santo, convocamos a todos nuestros hermanos y hermanas, para que, unidos, con entusiasmo realicemos la Gran Misión Continental. Será un nuevo Pentecostés que nos impulse a ir, de manera especial, en búsqueda de los católicos alejados y de los que poco o nada conocen a Jesucristo, para que formemos con alegría la comunidad de amor de nuestro Padre Dios. Misión que debe llegar a todos, ser permanente y profunda.

Se requieren parroquias y diócesis misioneras

Hay un solo camino para realizar la misión continental, se necesitan parroquias y diócesis misioneras, necesitamos un país misionero.

Es por ello que el documento de Aparecida dice claramente en el n. 362:


La Iglesia necesita una fuerte conmoción que le impida instalarse en la comodidad, el estancamiento y en la tibieza, al margen del sufrimiento de los pobres del Continente. Necesitamos que cada comunidad cristiana se convierta en un poderoso centro de irradiación de la vida en Cristo. Esperamos un nuevo Pentecostés que nos libre de la fatiga, la desilusión, la acomodación al ambiente; una venida del Espíritu que renueve nuestra alegría y nuestra esperanza.

En esto no hay excusas, TODOS TENEMOS QUE SER MISIONEROS, puesto que pertenecemos a una iglesia cuya razón de ser es la misión, por tanto, tomemos bien en cuenta lo que dice Aparecida en el n. 365:

Esta firme decisión misionera debe impregnar todas las estructuras eclesiales y todos los planes pastorales de DIÓCESIS, PARROQUIAS, COMUNIDADES RELIGIOSAS, MOVIMIENTOS Y DE CUALQUIER INSTITUCIÓN DE LA IGLESIA. Ninguna comunidad debe excusarse de entrar decididamente, con todas sus fuerzas, en los procesos constantes de renovación misionera, y de ABANDONAR LAS ESTRUCTURAS CADUCAS QUE YA NO FAVOREZCAN LA TRANSMISIÓN DE LA FE.

Ahora bien, ¿cómo llamamos al pastor que está al frente de una parroquia? Bueno lo llamamos "párroco". Y ¿cómo llamamos al pastor que está al frente de una diócesis? Lo llamamos "obispo".

Entonces, nosotros aquí reunidos -asesores laicos y sacerdotes, religiosos y religiosas- estimados sacerdotes y obispos, les solicitamos, les pedimos de todo corazón, por favor, decídanse de una vez por todas a organizar en modo sistemático y a promover decididamente aquello que es específico de la iglesia: la evangelización y la misión ad gentes.

Yo quiero decir a mis hermanos sacerdotes, en particular a los párrocos, que se den una calmadita, yo les veo correr de un lado para otro en las parroquias, entre funerales, bodas y fiestas rosas. Siéntense un momentito, respiren profundo, agarren un poquito de “aire”, cuando estén calmados, tomen en sus manos el documento de aparecida, apaguen el celular, lean el documento y verán cuántas cosas maravillosas encontrarán en él.

Bueno, el documento de Aparecida hace referencia explícita a una CONVERSIÓN PASTORAL, conversión que estamos llamados a hacer efectiva, cfr. el n. 366:

Obispos, presbíteros, diáconos permanentes, consagrados y consagradas, laicos y laicas, estamos llamados a asumir una actitud de permanente conversión pastoral, que implica escuchar con atención y discernir “lo que el Espíritu está diciendo a las Iglesias” (Ap 2,29) a través de los signos de los tiempos en los que Dios se manifiesta.

Esta conversión no es algo sentimental, pues debe desembocar en acciones concretas en las parroquias y diócesis. Por tanto yo me pregunto, y pregúntense ustedes también: ¿tiene mi cumunidad, mi diócesis, mi país, un plan organizado y bien estructurado para realizar la misión continental o seguimos improvisando las cosas importantes?

Oigamos lo que dice Aparecida en los nn. 370 y 371:

N. 370: La conversión pastoral de nuestras comunidades exige que se pase de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera.

N. 371: El proyecto pastoral de la Diócesis, camino de pastoral orgánica, debe ser una respuesta consciente y eficaz para atender las exigencias del mundo de hoy, con indicaciones programáticas concretas, objetivos y métodos de trabajo, de formación y valorización de los agentes y la búsqueda de los medios necesarios, que permiten que el anuncio de Cristo llegue a las personas.

La comunidad parroquial que no está a la altura de estas exigencias planteadas es una comunidad cristiana mediocre y raya la inutilidad, y nosotros llamamos a los miembros de esas comunidades como diría Jesús SIERVOS INÚTILES, porque han sido derrotados por la mediocridad y la improvisación y nadie hace misión verdadera desde la mediocridad.

Por tanto, seamos sinceros esta mañana y respondamos:

Parroquia que no tiene un plan organizado de animación y formación misionera/ PARROQUIA INÚTIL.


Diócesis que no tiene plan para realizar la misión continental/ DIÓCESIS INÚTIL.

Laicos que no están participando en la animación y formación misionera/LAICOS INÚTILES.

CONCLUSIÓN


En conclusión para que los asesores sean efecticamente discípulos y protagonistas de la misión continental se requiere:

1. Conversión es necesaria para ser discípulos misioneros.
2. Conversión debe ser personal y pastoral: parroquias, diócesis, sacerdotes, obispos.
3. Ser misioneros desde el amor y la misericordia, en comunión y nunca en división.
4. Encontrarse con Jesucristo vivo es el punto de partida de la misión.
5. Aceptar el reto de ser misioneros en nuestro país y más allá de las fronteras.
6. Ser testigos del evangelio en misión ad gentes.
7. Formación permanente: organizada y estructurada.

Jóvenes en misión permanente, hoy, mañana y siempre.

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