martes, 22 de octubre de 2024

ADES-Santa Marta. COMO CASO EJEMPLAR E ILUSTRATIVO

 



Por: Juan V. Chopin

La liberación de los ambientalistas de ADES-Santa Marta (Cabañas, El Salvador, CA) es un caso ejemplar e ilustrativo para todas aquellas personas injustamente acusadas por el actual gobierno de El Salvador. Siguiendo este ejemplo puedes responder la pregunta: ¿Cómo proceder cuando eres acusado injustamente por el gobierno de El Salvador o alguna de sus instituciones?
1.-Visibilidad del caso mediáticamente. Presentar una denuncia pública a través de todos los medios disponibles. Por ello, el asesoramiento de un buen periodista o especialista en comunicación es fundamental. El acoso y censura a la libertad de expresión es un procedimiento común en un gobierno corrupto. Por lo que resulta imperativo en este punto resaltar los verdaderos motivos de la acusación. En el caso de Santa Marta se trata de minería metálica.
2.- Seguir el procedimiento legal. A pesar de todas las limitaciones que enfrenta el organismo encargado de hacer cumplir la ley en El Salvador, el asesoramiento y asistencia de un secuestrador también es indispensable para los acusados. Sin duda, se debe ser abogado con experiencia en este tipo de acusaciones, en las que se arman casos para desprestigiar a las personas.
3.- Apoyo a la comunidad y la sociedad. Ante la avalancha mediática de descrédito utilizada por el gobierno, también es muy importante la información permanente sobre la evolución del proceso legal y los motivos subyacentes. Los gobiernos autocráticos siempre buscarán socavar la solidaridad dentro de las comunidades, haciéndoles pensar que tienen razón. El caso Santa Marta nunca se separó del apoyo popular y de la comunidad atacada.
4.- Apoyo internacional. Cuando se plantean cuestiones locales (jurídicas y de libertad de expresión), siempre hay organizaciones internacionales que hablan por los derechos de las personas y las comunidades. La estrategia de seguimiento del caso pasa por informar a la comunidad internacional de la situación que se vive y el apoyo necesario con pronunciamientos públicos, recursos en cuerpos humanos e informar a la comunidad internacional de lo que está sucediendo.
5.- Jugos Imparciales. En las democracias auténticas la imparcialidad de la justicia puede salvar al régimen democrático. Y, sin embargo, muchas obras se representarán según la derecha sólo si se recibe presión popular y mediática. Por supuesto, siempre tienes algunos juegos locos, pero eso no debería restar valor al popular juego.
6.- Referentes morales. Toda lucha social requiere un referente moral. Como viene sucediendo en los últimos días, es interesante que las jóvenes estén dando la lucha más decidida contra las atrocidades del régimen. En el caso Santa Marta, Vidalina Morales ha logrado mantener su posición como referente moral en el país y en el extranjero. Algo similar vimos en el caso de la profesora Idalia Zúniga, quien supo resaltar las negociaciones del gobierno con algunos miembros mercenarios del sector magisterial. Ha sido despedida, pero sigue ilesa como referente moral.
7.- Paga tu dinero y paga. Por lo expuesto anteriormente, el caso ADES-Santa Marta se constituye como un referente, como un ejemplo ilustrativo de las acciones que muchas personas y gremiales deben seguir para defender sus derechos. El caso Santa Marta es, sin duda, un error del autócrata del momento, que perversamente recurre al poder de mantener su dominio. El caso Santa Marta es un delito -un delito real e importante- en el mundo del juego en este océano de corrupción.

viernes, 30 de agosto de 2024

Psiquiatría política: relatos ideológicos del cerebro (Reseña)

 

Reseña. Por: Juan V. Chopin


Autor: Óscar Picardo Joao.

Título: Psiquiatría política: relatos ideológicos del cerebro.

Editorial: UFG Editores (San Salvador, C.A.).

ISBN: 9789998399167.

Páginas: 481.


Óscar Picardo Joao nació en Montevideo, Uruguay (1962). Obtuvo el grado de licenciado en Filosofía en la Universidad de Valencia, y posteriormente realizó estudios de maestría en Teología en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA). En 1998 se graduó del máster en Educación, en la Universidad de Louisville, y durante el año 2000 obtuvo el posgrado de Educación a distancia y redes digitales, de la Universidad de Murcia (España). Cursó, más adelante, la diplomatura de Liderazgo Financiero en Educación auspiciado por la Universidad de Harvard y el Tec de Monterrey. Posee un Doctorado con especialidad en Didáctica y Organización Escolar por la Universitat Oberta de Catalunya. Director del Instituto de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Universidad Francisco Gavidia.

 

La tesis central de la cual parte el autor está al final del escrito: «estas sociedades con tantos psicópatas en el control necesitan urgentemente ciudadanos que sepan de “psiquiatría política”» (p. 461). Bajo el argumento de que estamos en sociedades fractales y digitales, recurriendo a la psicología social, a la neurociencia y a la psiquiatría aplicada, el autor desarrolla un agudo análisis caleidoscópico de la realidad política salvadoreña y latinoamericana. El punto de partida propuesto por el autor es el siguiente: «la política nace y se hace con el cerebro; son ideas con un curso de acción. La pasión, el placer, el fanatismo, el odio y el amor ideológico son fenómenos o creaciones neuronales y parte de la plasticidad cerebral de los individuos en su interacción política con la ciudad» (p. 10).

 

El género literario de este texto es la nota periodística. Por tanto, no estamos ante un tratado sistemático de un argumento específico, sino ante bloques temáticos tratados desde diversos enfoques; si bien el autor sostiene que las notas «se han reunido para crear una narrativa con un sentido total» (p. 16). La estructura de cada nota sigue un patrón uniforme, apegada al método científico: planteamiento del problema, propuesta teórica y desarrollo argumentativo.

 

El texto se estructura en cuatro capítulos y un epílogo. El prólogo está a cargo de Giuseppe De Pilla. Primer capítulo: El cerebro y la política. Segundo capítulo: Personalidad, emociones y política. Tercer capítulo: El símbolo y el lenguaje de la política. Cuarto capítulo: Dinámicas y patologías del poder. No podía faltar su disclaimer al final del texto (p. 455).

 

Es encomiable el aparato teórico propuesto por el autor en este texto para sustentar sus argumentos. Entre sus argumentos más recurrentes encontramos: el sesgo de confirmación, el síndrome de castillo de naipes, la agnorancia, la satisfacción vicaria, el fenómeno de culto, la indefensión aprendida, la political contumelia disorder, el yo digital, algoritmocracia, cerebro (reptiliano, límbico y neocórtex).  

 

Frases del autor:

«Una conocida ley sociológica dice que cuando una sociedad siente miedo aspira a tener un brazo fuerte que la salve y está dispuesta a cambiar libertad y su dignidad por la seguridad» (p. 109).

«Nuestro neoexistencialismo es teísta; la gente cree que Dios está detrás de todo lo que sucede, y que hay una razón misteriosa que se debe aceptar. De este modo, no se logra distinguir los límites de la irresponsabilidad humana y el accionar divino» (p. 187).

«Centroamérica es gobernada por un claustro de gánsteres, profesionales del cinismo y de la mentira, quienes cuentan con un aparato de propaganda descomunal» (p. 273).

«Estudiar y analizar a qué le teme la gente es una estrategia clave para ganar una elección, aunque posteriormente todo sea mentira» (p. 305).

«Este miedo institucionalizado afecta a empresarios, rectores, académicos, militares, profesionales, políticos, gestores culturales, líderes comunitarios, etc. Todos guardan silencio para que no se afecten sus privilegios y zonas de confort» (p. 417).

 

La lectura del texto es recomendable para los docentes interesados en ilustrar a sus estudiantes acerca de las nuevas tendencias en la sociedad contemporánea. Es una eficiente herramienta para tener una idea general de las narrativas dominantes en el momento histórico actual. Ciertamente, tiene la dificultad de que supone un cierto bagaje teórico preliminar o unos presaberes indispensables para captar la riqueza de su contenido.

lunes, 19 de agosto de 2024

FÍSICA TEÓRICA Y EXPERIENCIA DE VIDA

 


Dice Stephen Hawking que aprendió a leer a los ocho años. Cuando leí este dato, pensé en tantos niños que, por distintos motivos, aprenden “tarde” a leer. A partir de este dato, me interesó la vida del famoso físico teórico.
Una de sus tesis principales es que «Si entiendes cómo funciona el universo, en cierto modo lo controlas» (p. 20). Por supuesto, este dato te puede llevar a pensar que puedes también controlar el origen del universo. Lo cual ha generado muchas discusiones en torno a ese tema.
En todo caso, y como aliciente para tantos niños y jóvenes que se sienten frustrados en sus estudios, dice Hawking: «nunca estuve más que por encima de la media de la clase. (Era una clase muy brillante). Mi trabajo en el aula era muy desordenado, y mi caligrafía desesperaba a los profesores. Pero mis compañeros de clase me apodaron “Einstein”, así que supongo que vieron en mí señales de algo mejor» (p. 32). Por tanto, en el ámbito escolar, no siempre se destaca en todas las materias, sino en aquellas que más nos gustan. Se puede ser medianamente bueno en algo, pero brillante en otra cosa. Esto último es lo que se debe potenciar.
Pero Hawking nos proporciona un dato mucho más complejo y aleccionador: a él le detectaron una enfermedad degenerativa incurable. Él relata su caso: «Cuando uno se enfrenta a la posibilidad de una muerte temprana se da cuenta de que la vida vale la pena y de que quieres hacer muchas cosas» (p. 45). Sin embargo, reconoce que: «el hecho de saber que tenía una enfermedad incurable que probablemente me mataría en unos años supuso una buena sacudida. ¿Cómo podía pasarme algo así? (p. 56)... era difícil concentrarse cuando tal vez no fuera a vivir lo suficiente para terminar el doctorado. Me sentía como una especie de personaje trágico» (p. 57).
Efectivamente, la percepción de la vida cambia en proporción al estado de salud física y mental que uno tiene. Así, nos dice Hawking, que «antes de que me diagnosticaran la enfermedad me aburría mucho la vida, no me parecía que hubiera nada que valiera la pena hacer» (p. 57). Y, sin embargo, continúa el científico, «no morí. De hecho, aunque una nube se cernía sobre mi futuro, para mi sorpresa disfrutaba de la vida. Lo que de verdad fue definitivo fue que me prometí con una chica llamada Jane Wilde a quien conocí al mismo tiempo que me diagnosticaron ELA (esclerosis lateral amiotrófica). Aquello me dio un motivo para vivir» (p. 58). Por tanto, no obstante su enfermedad y la incomodidad de su situación, Hawking luchó por seguir su vida con normalidad. Incluso se juntó con otra mujer.
Es muy probable que Hawking haya aplicado los principios del método científico a su propia vida. Él nos recuerda que «en la ciencia, a menudo la clave es encontrar la formula correcta de un problema para solucionarlo» (p. 126). Esto es importante, no solo en el mundo científico, sino también en la propia existencia: descubrir los problemas y buscarles solución.
Uno de los aspectos más revolucionarios en los que trabajó Hawking fueron los agujeros negros en el espacio. Según su opinión, «los agujeros negros se comportaban como si tuvieran una temperatura y una entropía proporcionales al área de su horizonte» (p. 135). Aunque uno no entienda los conceptos especializados, los físicos saben que una persona común y corriente los puede aplicar en su vida. Por ejemplo, hablando de entropía, siempre me ha llamado la atención el concepto de «exergía» aplicado a la vida cotidiana. Por «exergía» se entiende la energía máxima de un sistema que se puede transformar en trabajo útil. Cuántas personas desaprovechan este recurso en su vida, sin ni siquiera darse cuenta.
El otro factor que se desaprovecha muchísimo en la vida de las personas es el concepto de tiempo. Al respecto, todos deberíamos saber que el equilibrio y la explicación del universo pasa por la categoría tiempo. Dice Hawking: «sustituimos el tiempo ordinario por tiempo imaginario. Se llama “enfoque euclidiano” porque hace que el tiempo se convierta en una cuarta dirección del espacio» (pp. 135-136). Pero ello no vale solamente para explicar el universo. Es importante también saber que nuestro equilibrio existencial, al ser nosotros parte del universo, está determinado por el tiempo: real e imaginario.
La conclusión a la que llegó Hawking, con sus estudiantes y colegas, es la siguiente: «formulamos la propuesta de la ausencia de límites: que la condición de límite del universo es que está cerrado pero sin límite» (p. 139). En otras palabras, que «la condición de la ausencia de límites es la clave de la creación, la razón por la cual estamos aquí» (p. 140). Si nosotros aplicáramos este principio, comprenderíamos que estamos implicados en el «acto creador», no como dioses, pero siendo, en cierto modo, parte de Él. Y que las posibilidades de realización en nosotros están limitadas al universo en que vivimos, pero ese universo, respecto de nuestra vida, ofrece opciones inagotables.
En cuanto a su vida, también concluye lo siguiente: «cuando tenía veintiún años y me diagnosticaron ELA, sentí que era muy injusto. ¿Por qué tenía que pasarme a mí? En aquel momento pensé que mi vida había terminado y que jamás desarrollaría el potencial que sentía que tenía. Sin embargo, ahora, cincuenta años después, puedo estar satisfecho con mi vida. Me he casado dos veces y tengo tres preciosos hijos con talento. He tenido éxito en mi carrera científica... Mi discapacidad no ha sido un obstáculo serio en mi trabajo científico» (p. 143).
A todas las personas que en este momento se sienten inseguras o incapaces de salir adelante, él les dice: «he tenido una vida completa y satisfactoria. Creo que los discapacitados deberían concentrarse en las cosas que su discapacidad no les impide hacer y no lamentarse por las que no pueden hacer» (p. 146). El criterio es valioso: concentrarnos en lo que podemos hacer, no en aquello en lo que estamos imposibilitados.
Todos deberíamos intentar llegar al nivel de poder realizarnos en nuestra vida. Como lo pensó el profesor Stephen Hawking: «mi primer trabajo demostraba que la relatividad clásica general no funcionaba en las singularidades en el Big Bang y los agujeros negros. Mi trabajo posterior ha demostrado que la teoría cuántica puede predecir lo que ocurre la principio y al final del tiempo. Me la he pasado en grande estando vivo y dedicándome a la investigación en la física teórica. Soy feliz y he aportado algo a nuestra comprensión del universo» (p. 148).
Entonces, no te lamentes. Mejor intenta realizarte en la vida.
Referencia:
Stephen Hawking, Breve historia de mi vida. Crítica: México 2014.

martes, 13 de agosto de 2024

LA CAÍDA DE "EL SUPREMO". Sucesos históricos adelantados en las novelas

 


Autor: Augusto Roa Bastos.
Fuente: "Yo el Supremo" (Novela). Cátedra, Madrid 1987.

«YO es ÉL, definitivamente. YO-ÉL-SUPREMO. Inmemorial. Imperecedero. A mí no me queda sino tragarme mi vieja piel. Muda. Mudo. Sólo el silencio me escucha ahora paciente, callado, sentado junto a mí, sobre mí. Únicamente la mano continúa escribiendo sin cesar. Animal con vida propia agitándose, retorciéndose sin cesar. Escribe, escribe, impelida, estremecida por el ansia convulsa de los convulsionarios. Última ratio, última rata escapada del naufragio. Entronizada en la tramoya del Poder Absoluto, la Suprema Persona construye su propio patíbulo. Es ahorcada con la cuerda que sus manos hilaron. Deus ex machina. Farsa. Parodia. Pipirijaina del Supremo-Payaso... La mano-rata-náufraga escribe: Me siento caer entre los pájaros ciegos que caen a la caída del sol en la tarde de la caída. Sus ojos reventados me empapan de sangre. Guardan la imagen de mi caída en medio de la tormenta. ¡Esos pájaros están locos! ¡Esos pájaros soy YO! ¡Atención! ¡Me esperan! Si no voy con la maleta de la Justicia no los reconoceré nunca... nunca... nunca... nunca... nunca... nunca... NUNCA MÁS!!!» (pp. 589-590).
«Dices que no quieres asistir al desastre de tu Patria, que tú mismo lo has preparado. Morirás antes. Morirá esa parte de ti que ve lo mortal. No podrás escapar de ver lo que no muere. Porque lo peor de todo, grotesco Arquí-loco, es que el muerto siempre y en todas partes sufre, por muy muerto que esté con mucha tierra y el olvido encima. Creíste que la Patria que ayudaste a nacer, que la Revolución que salió armada de su cráneo, empezaban-acababan en ti... Te alucinaste y alucinaste a los demás fabulando que tu poder era absoluto... Dejaste de creer en Dios pero tampoco creíste en el pueblo con la verdadera mística de la Revolución... Con grandes palabras, con grandes dogmas aparentemente justos, cuando ya la llama de la Revolución se había apagado en ti, seguiste engañando a tus conciudadanos con las mayores bajezas, con la astucia más ruin y perversa, la de la enfermedad y la senectud. Enfermo de ambición y de orgullo, de cobardía y de miedo, te encerraste en ti mismo y convertiste el necesario aislamiento de tu país en el bastión-escondite de tu propia persona. Te rodeaste de rufianes que medraban en tu nombre; mantuviste a distancia al pueblo de quien recibiste la soberanía y el mando, bien comido, protegido, educado en el temor y la veneración, porque tú también en el fondo lo temías pero no lo venerabas. Te convertiste para la gente-muchedumbre en una Gran Obscuridad; en el gran Don-Amo que exige la docilidad a cambio del estómago lleno y la cabeza vacía... tú sabías que mientras la ciudad y sus privilegios dominan sobre la totalidad del Común, la Revolución no es tal sino su caricatura... Te quedaste a mitad de camino y no formaste verdaderos dirigentes revolucionarios sino una plaga de secuaces atraillados a tu sombra. Leíste mal la voluntad del Común... No, pequeña momia; la verdadera Revolución no devora a sus hijos. Únicamente a sus bastardos; a los que no son capaces de llevarla hasta sus últimas consecuencias. Hasta más allá de sus límites si es necesario... Tú vacilaste. Estás igualmente condenado. Tu pena es mayor que la de los otros. Para ti no hay rescate posible. A los otros se los comerá el olvido. Tú, ex Supremo, eres quien debe dar cuenta de todo y pagar el último cuadrante...» (pp. 593-595).

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